viernes, 24 de julio de 2009
Padre Kowalsky Ex pastor luterano
jueves, 23 de julio de 2009
23 Julio Santa Brigida
Sta. Brígida de Suecia(1302-1373)
Madre, viuda, fundadora de la Orden del Santísimo Salvador
Mística, Patrona de Suecia
Proclamada por Juan Pablo II: Patrona de Europa
Era hija de Birgerio, gobernador de Uplandia, la principal provincia de Suecia. La madre de Brígida, Ingerborg; era hija del gobernador de Gotlandia oriental. Ingerborg murió hacia 1315 y dejó varios hijos. Brígida, que tenía entonces doce años aproximadamente, fue educada por una tía suya en Aspenas. A los tres años, hablaba con perfecta claridad, como si fuese una persona mayor, y su bondad y devoción fueron tan precoces como su lenguaje. Sin embargo, la santa confesaba que de joven había sido inclinada al orgullo y la presunción.
La Pasión: centro de su vida
A los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos. A los diez, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que la impresionó mucho, soñó que veía al Señor clavado en la cruz y oyó estas palabras: "Mira en qué estado estoy, hija mía." "¿Quién os ha hecho eso, Señor?", preguntó la niña. Y Cristo respondió: "Los que me desprecian y se burlan de mi amor." Esa visión dejó una huella imborrable en Brígida y, desde entonces, la Pasión del Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual.
Matrimonio
Antes de cumplir catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson, quien era cuatro años mayor que ella. Dios les concedió veintiocho años de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y cuatro hijas, una de las cuales es venerada con el nombre de Santa Catalina de Suecia. Durante algunos años, Brígida llevó la vida de la época, como una señora feudal, en las posesiones de su esposo en Ulfassa, con la diferencia de que cultivaba la amistad de los hombres sabios y virtuosos.
En la Corte
Hacia el año 1335, la santa fue llamada a la corte del joven rey Magno II para ser la principal dama de honor de la reina Blanca de Namur. Pronto comprendió Brígida que sus responsabilidades en la corte no se limitaban al estricto cumplimiento de su oficio. Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente arrastrar al vicio; Blanca tenía buena voluntad, pero era irreflexiva y amante del lujo. La santa hizo cuanto pudo por cultivar las cualidades de la reina y por rodear a ambos soberanos de buenas influencias. Pero, aunque Santa Brígida se ganó el cariño de los reyes, no consiguió mejorar su conducta, pues no la tomaban en serio.
Las Visiones
La santa empezó tener por entonces las visiones que habían de hacerla famosa. Estas versaban sobre las más diversas materias, desde la necesidad de lavarse, hasta los términos del tratado de paz entre Francia e Inglaterra. "Si el rey de Inglaterra no firma la paz -decía-- no tendrá éxito en ninguna de sus empresas y acabará por salir del reino y dejar a sus hijos en la tribulación y la angustia." Pero tales visiones no impresionaban a los cortesanos suecos, quienes solían preguntar con ironía: "¿Qué soñó Doña Brígida anoche?"
Problemas familiares y peregrinaciones
Por otra parte, la santa tenía dificultades con su propia familia. Su hija mayor se había casado con un noble muy revoltoso, a quien Brígida llamaba "el Bandolero" y, hacia 1340, murió Gudmaro, su hijo menor. Por esa pérdida la santa hizo una peregrinación al santuario de San Olaf de Noruega, en Trondhjem. A su regreso, fortalecida por las oraciones, intentó con más ahinco que nunca volver al buen camino a sus soberanos. Como no lo lograse, les pidió permiso de ausentarse de la corte e hizo una peregrinación a Compostela con su esposo. A la vuelta del viaje, Ulf cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos sacramentos ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que oraba fervorosamente por el restablecimiento de su esposo, tuvo un sueño en el que San Dionisio le reveló que no moriría. A raíz de la curación de Ulf, ambos esposos prometieron consagrarse a Dios en la vida religiosa.
Viuda, vida religiosa, aumentan las visiones
Según parece, Ulf murió en 1344 en el monasterio cisterciense de Alvastra, antes de poner por obra su propósito. Santa Brígida se quedó en Alvastra cuatro años apartada del mundo y dedicada a la penitencia. Desde entonces, abandonó los vestidos lujosos, solo usaba lino para el velo y vestía una burda túnica ceñida con una cuerda anudada. Las visiones y revelaciones se hicieron tan insistentes, que la santa se alarmó, temiendo ser víctima de ilusiones del demonio o de su propia imaginación. Pero en una visión que se repitió tres veces, se le ordenó que se pusiese bajo la dirección del maestre Matías, un canónigo muy sabio y experimentado de Linkoping, quien le declaró que sus visiones procedían de Dios. Desde entonces hasta su muerte, Santa Brígida comunicó todas sus visiones al prior de Alvastra, llamado Pedro, quien las consignó por escrito en latín. Ese período culminó con una visión en la que el Señor ordenó a la santa que fuese a la corte para amenazar al rey Magno con el juicio divino; así lo hizo Brígida, sin excluir de las amenazas a la reina y a los nobles. Magno se enmendó algún tiempo y dotó liberalmente el monasterio que la santa había fundado en Vadstena, impulsada por otra visión.
En Vadstena había sesenta religiosas. En un edificio contiguo habitaban trece sacerdotes (en honor de los doce apóstoles y de San Pablo), cuatro diáconos (que representaban a los doctores de la Iglesia) y ocho hermanos legos. En conjunto había ochenta y cinco personas. Santa Brígida redactó las constituciones; según se dice, se las dictó el Salvador en una visión. Pero ni Bonifacio IX con la bula de canonización, ni Martín V, que ratificó los privilegios de la abadía de Sión y confirmó la canonización, mencionan ese hecho y sólo hablan de la aprobación de la regla por la Santa Sede, sin hacer referencia a ninguna revelación privada.
En la fundación de Santa Brígida, lo mismo que en la orden de Fontevrault, los hombres estaban sujetos a la abadesa en lo temporal, pero en lo espiritual, las mujeres estaban sujetas al superior de los monjes. La razón de ello es que la orden había sido fundada principalmente para las mujeres y los hombres sólo eran admitidos en ella para asegurar los ministerios espirituales. Los conventos de hombres y mujeres estaban separados por una clausura inviolable; tanto unos como las otras, asistían a los oficios en la misma iglesia, pero las religiosas se hallaban en una galería superior, de suerte que ni siquiera podían verse unos a otros.
El monasterio de Vadstena fue el principal centro literario de Suecia en el siglo XV. A raíz de una visión; Santa Brígida escribió una carta muy enérgica a Clemente VI, urgiéndole a partir de Aviñón a Roma y establecer la paz entre Eduardo III de Inglaterra y Felipe IV de Francia. El Papa se negó a partir de Aviñón pero, en cambio envió a Hemming, obispo de Abo, a la corte del rey Felipe, aunque la misión no tuvo éxito. Entre tanto, el rey Magno, que apreciaba más las oraciones que los consejos de Santa Brígida, trató de hacerla intervenir en una cruzada contra los paganos letones y estonios. Pero en realidad se trataba de una expedición de pillaje. La santa no se dejó engañar y trató de disuadir al monarca. Con ello perdió el favor de la corte, pero no le faltó el amor del pueblo, por cuyo bienestar se preocupaba sinceramente durante sus múltiples viajes por Suecia.
En Roma e Italia
Había todavía en el país muchos paganos, y Sarta Brígida ilustraba con milagros la predicación de sus capellanes. En 1349, a pesar de que la "muerte negra" hacía estragos en toda Europa, Brígida decidió ir a Roma con motivo del jubileo de 1350. Acompañada de su confesor, Pedro de Skeninge y otros, se embarcó en Stralsund, en medio de las lágrimas del pueblo, que no había de volver a verla. En efecto, la santa se estableció en Roma, donde se ocupó de los pobres de la ciudad, en la espera de la vuelta del Pontífice a la Ciudad Eterna. Asistía diariamente a misa a las cinco de la mañana, se confesaba todos los días y comulgaba varias veces por semana (según era permitido en aquella época). El brillo de su virtud contrastaba con la corrupción de costumbres que reinaba entonces en Roma: el robo y la violencia hacían estragos, el vicio era cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y lo único que interesaba al pueblo era escapar de sus opresores. La austeridad de la santa, su devoción a los santuarios, su severidad consigo misma, su bondad con el prójimo, su entrega total al cuidado de los pobres y los enfermos, le ganaron el cariño de muchos. Santa Brígida atendía con particular esmero a sus compatriotas y cada día daba de comer a los peregrinos suecos en su casa que estaba situada en las cercanías de San Lorenzo in Damaso.
Pero su ministerio apostólico no se reducía a la práctica de las buenas obras ni a exhortar a los pobres y a los humildes. En cierta ocasión, fue al gran monasterio de Farfa para reprender al abad, "un hombre mundano que no se preocupaba absolutamente por las almas". Hay que decir que, probablemente, la reprensión de la santa no produjo efecto. Más éxito tuvo su celo por la reforma de otro convento de Bolonia. Allí se hallaba Brígida cuando fue a reunirse con ella su hija, Santa Catalina, quien se quedó a su lado y, fue su fiel colaboradora hasta el fin de su vida. Dos de las iglesias romanas más relacionadas con nuestra santa son la de San Pablo extramuros y la de San Francisco de Ripa. En la primera se conserva todavía el bellísimo crucifijo, obra de Cavallini, ante el que Brígida acostumbraba orar y que le respondió más de una vez; en la segunda iglesia se le apareció San Francisco y le dijo: "Ven a beber conmigo en mi celda". La santa interpretó aquellas palabras como una invitación para ir a Asís. Visitó la ciudad y de allí partió en peregrinación por los principales santuarios de Italia, durante dos años.
Profecías y revelaciones
Las profecías y revelaciones Santa Brígida se referían a las cuestiones mas candentes de su época. Predijo, por ejemplo, que el Papa y el emperador se reunirían amistosamente en Roma. Al poco tiempo así lo hicieron (El Papa Beato Urbano V y Carlos IV, en 1368). La profecía de que los partidos en que estaba dividida la Ciudad Eterna recibirían el castigo que merecían por sus crímenes, disminuyeron un tanto la popularidad de la santa y aun le atrajeron persecuciones. Brígida fue arrojada de su casa y tuvo que ir con su hija a pedir limosna al convento de las Clarisas.Por otra parte, ni siquiera el Papa escapaba a sus severas admoniciones proféticas.
El gozo que experimentó la santa con la llegada de Urbano a Roma fue de corta duración, pues el Pontífice se retiró poco después a Viterbo, luego a Montesfiascone y aun se rumoró que se disponía a volver a Aviñón.
Al regresar de una peregrinación, a Amalfi, Brígida tuvo una visión en la que Nuestro Señor la envió a avisar al Papa que se acercaba la hora de su muerte, a fin de que diese su aprobación a la regla del convento de Vadstena. Brígida había ya sometido la regla a la aprobación de Urbano V, en Roma, pero el Pontífice no había dado respuesta alguna. Así pues, se dirigió a Montefiascone montada en su mula blanca. Urbano aprobó, en general, la fundación y la regla de Santa Brígida, que completó con la regla de San Agustín. Cuatro meses más tarde, murió el Pontífice. Santa Brígida escribió tres veces a su sucesor, Gregorio XI, que estaba en Aviñón, conminándole a trasladase a Roma. Así lo hizo el Pontífice cuatro años después de la muerte de la santa.
En 1371, a raíz de otra visión, Santa Brígida emprendió una peregrinación a los Santos Lugares, acompañada de su hija Catalina, de sus hijos Carlos y Bingerio, de Alfonso de Vadaterra y otros personajes. Ese fue el último de sus viajes. La expedición comenzó mal, ya que en Nápoles, Carlos se enamoró de la reina Juana I, cuya reputación era muy dudosa. Aunque la esposa de Carlos vivía aún en Suecia y el marido de Juana estaba en España; ésta quería contraer matrimonio con él y la perspectiva no desagradaba a Carlos. Su madre, horrorizada ante tal posibilidad, intensificó sus oraciones. Dios resolvió la dificultad del modo más inesperado y trágico, pues Carlos enfermó de una fiebre maligna y murió dos semanas después en brazos de su madre. Santa Brígida prosiguió su viaje a Palestina embargada por la más profunda pena. En Jaffa estuvo a punto de perecer ahogada durante un naufragio Sin embargo durante, la accidentada peregrinación la santa disfrutó de grandes consolaciones espirituales y de visiones sobre la vida del Señor.
A su vuelta de Tierra Santa, en el otoño de 1372, se detuvo en Chipre, donde clamó contra la corrupción de la familia real y de los habitantes de Famagusta quienes se habían burlado de ella cuando se dirigía a Palestina. Después pasó a Nápoles, donde el clero de la ciudad leyó desde el púlpito las profecías de Santa Brígida, aunque no produjeron mayor efecto entre el pueblo.
La comitiva llegó a Roma en marzo de 1373. Brígida, que estaba enferma desde hacía algún tiempo, empezó a debilitarse rápidamente, y falleció el 23 de julio de ese año, después de recibir los últimos sacramentos de manos de su fiel amigo, el Padre Pedro de Alvastra. Tenía entonces setenta y un años. Su cuerpo fue sepultado provisionalmente en la iglesia de San Lorenzo in Panisperna. Cuatro meses después, Santa Catalina y Pedro de Alvastra condujeron triunfalmente las reliquias a Vadstena, pasando por Dalmacia, Austria, Polonia y el puerto de Danzig.
Santa Brígida, cuyas reliquias reposan todavía en la abadía por ella fundada, fue canonizada en 1391 y es la patrona de Suecia.
Visiones y escritos
Uno de los aspectos más conocidos en la vida de Santa Brígida, es el de las múltiples visiones con que la favoreció el Señor, especialmente las que se refieren a los sufrimientos de la Pasión y a ciertos acontecimientos de su época. Por orden del Concilio de Basilea, el Juan de Torquemada, quien fue más tarde cardenal, examinó el libro de las revelaciones de la santa y declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles; pero tal aprobación encontró muchos opositores. Por lo demás; la declaración de Torquemada significa únicamente que la doctrina del libro es ortodoxa y que las revelaciones no carecen de probabilidad histórica. El Papa Bcnedicto XIV, entre otros, se refirió a las revelaciones de Santa Brígida en los siguientes términos: "Aunque muchas de esas revelaciones han sido aprobadas, no se les debe el asentimiento de fe divina; el crédito que merecen es puramente humano, sujeto al juicio de la prudencia, que es la que debe dictarnos el grado de probabilidad de que gozan para que crearnos píamente en ellas."
Santa Brígida, con gran sencillez de corazón, sometió siempre sus revelaciones a las autoridades eclesiásticas y, lejos de gloriarse por gozar de gracias tan extraordinarias, las aprovechó como una ocasión para manifestar su obediencia y crecer en amor y humildad. Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe en gran parte a su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.
El libro de sus revelaciones fue publicado por primera vez en 1492.
Las brigidinas tienen unas lecciones de maitines tomadas de sus revelaciones sobre las glorias de María, conocidas con el nombre de "Sermo Angelicus", en recuerdo de las palabras del Señor a la santa: "Mi ángel te comunicará las lecciones que las religiosas de tus monasterios deben leer en maitines, y tú las escribirás tal como él te las dicte".
martes, 21 de julio de 2009
El Celibato Sacerdotal
En la Iglesia Latina, los sacerdotes y ministros ordenados, a excepción de los diáconos permanentes, «son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes y que tienen la voluntad de guardar el celibato "por el Reino de los cielos" (Mt 19,12)» (Catecismo de la Iglesia Católica n. 1579). En efecto, todos los sacerdotes «están obligados a observar una continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos, y, por tanto, quedan sujetos a guardar el celibato» (Código de Derecho Canónico c. 277).
Don de Dios
Este celibato sacerdotal es un «don peculiar de Dios» (Código de Derecho Canónico c. 277), que es parte del don de la vocación y que capacita a quien lo recibe para la misión particular que se le confía. Por ser don tiene la doble dimensión de elección y de capacidad para responder a ella. Conlleva también el compromiso de vivir en fidelidad al mismo don.
Que capacita para la misión
El celibato permite al ministro sagrado «unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres» (Código de Derecho Canónico c. 277). En efecto, como sugiere San Pablo(1Cor 7,32-34) y lo confirma el sentido común, un hombre no puede entregarse de manera tan plena e indivisa a las cosas de Dios y al servicio de los demás hombres si tiene al mismo tiempo una familia por la cual preocuparse y de la cual es responsable.
Opción por un amor más pleno
Queda claro por lo anterior que el celibato no es una renuncia al amor o al compromiso, cuanto una opción por un amor más universal y por un compromiso más pleno e integral en el servicio de Dios y de los hermanos.
Signo escatológico de la vida nueva
El celibato es un también un «signo de esta vida nueva al servicio de la cual es consagrado el ministro de la Iglesia» (Catecismo de la Iglesia Católica n. 1579) y que él ya vive de una manera particular en su consagración. El sacerdote, en la aceptación y vivencia alegre de su celibato, anuncia el Reino de Dios al que estamos llamados todos y del que ya participamos de alguna manera en la Iglesia.
El celibato sacerdotal se apoya en el celibato de Cristo
El celibato practicado por los sacerdotes encuentra un modelo y un apoyo en el celibato de Cristo, Sumo Pontífice y Sacerdote Eterno, de cuyo sacerdocio es participación el sacerdocio ministerial.
El deporte y la vida cristiana
40 años de la llegada del hombre a la luna
El hombre es un explorador de lo desconocido, un buscador del misterio.
22 Julio Santa Maria Magdalena
Es la figura femenina más representativa del grupo de mujeres que seguía a Jesús. Tuvo el privilegio de estar presente en el Calvario y de gustar de la presencia de Jesucristo resucitado.
Una antigua tradición la identifica con la hermana de Marta y de Lázaro y con la pecadora arrepentida que lloró a los piés de Jesús.
21 Julio San Lorenzo de Brindis
Presbítero y doctor de la Iglesia (1559-1619) Nació el año 1559 ( Brindisi, Italia). Julio Cesar Russo nació en Brindis en 1559. El nombre que había recibido en el bautismo suponía todo un programa. Cesar sería, a lo largo de su vida, un verdadero capitán de Dios, un caudillo de hombres, de un temple poco común, pero con la inteligencia de someter todas sus dotes naturales a las exigencias de la regla franciscana.
En 1575, se convertía, en el convento de los Capuchinos de Verona, en el Hermano Lorenzo de Brindis Se hizo fraile capuchino, enseñó teología a sus hermanos de religión y desempeñó en la Orden otros cargos de responsabilidad. Lorenzo era un predicador nato; los años de estudio en Padua hicieron de él un hombre de gran cultura, que empleaba con soltura el francés, el alemán, el griego, el siríaco y el hebreo.
A partir de entonces se hallaba ya preparado para convertirse en uno de los constructores de la Reforma católica. Hizo la campaña de Hungría contra los turcos, yendo al frente de las tropas con su crucifijo en la mano. Fue, finalmente, un diplomático apreciado por los papas y los soberanos.
Se encontraba en Lisboa, tratando con Felipe III la causa de los napolitanos vejados y oprimidos por el virrey Osuna, cuando le llegó la muerte. Su cuerpo fue enterrado en Villafranca del Bierzo, en León, en el convento de las monjas franciscanas.
Fue canonizado por el Papa León XIII el año 1881. Su Santidad Juan XXIII lo declaró Doctor de la Iglesia el año 1959.
20 Julio San Aurelio, Santa Liberata, Santa Margarita
Obispo de Cartago. En aquella época la Iglesia de Africa estaba en la cumbre de su esplendor; el obispo de Cartago era a la vez primado o patriarca de Africa, es decir, uno de los prelados más importantes de la Iglesia universal.
San Aurelio tuvo que hacer frente a dos herejías: las de los donatistas y la de los pelagianos. Durante los 37 años que gobernó la sede, San Aurelio convocó numerosos sínodos provinciales y concilios plenarios de los obispos africanos para resolver ésos y otros problemas.
San Aurelio era íntimo amigo de San Agustín y, cuando aquél se quejó de que muchos monjes , so pretexto de vida contemplativa, eran simples holgazanes, San Agustín escribió el tratado "Sobre el trabajo de los monjes" para tratar de mejorar la situación.
San Fulgencio de Ruspe, obispo africano de la siguiente generación, escribió acerca de San Aurelio, como lo hizo también el erudito español Pablo Osorio.
Santa Liberata
Su vida esta mezclada entre la realidad y la leyenda. Nació en Balcagia, la actual Baiona de Pontevedra en Galicia (España), por el año 119, siendo hija de Lucio Castelio Severo, gobernador romano de Gallaecia y Lusitania y de su esposa Calsia. Mientras su marido esta fuera recorriendo sus dominios Calsia da a luz en un solo parto a nueve niñas, y asustada por el múltiple alumbramiento y temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal decide deshacerse de las criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el mayor secreteo las ahogara en el río Miñor.
Sila, cristiana a carta cabal, lejos de cometer tan horrible crimen, las dejaría en casa de familias amigas y las criaturas fueron bautizadas por el obispo San Ovidio y criadas en la fe cristiana.
Llegado el momento tuvieron que comparecer ante su propio padre acusadas de ser cristianas, el cual al saber que eran sus hijas las invita a que renuncien a Cristo a cambio de poder vivir rodeadas de los lujos y comodidades propias de su nacimiento. Las encarcela tratando de atemorizarlas pero logran huir de las garras de la cárcel y se dispersaron.
Todas ellas, no obstante acabarían siendo mártires cristianas. La devoción popular sitúa a Liberata y a Marina (hermanas) mártires en la cruz a la edad de 20 años el 18 de enero del 139. La fiesta de Santa Liberata se celebra el 20 de julio por ser la fecha en que se trasladaron sus reliquias desde la ciudad de Sigüenza a la Baiona gallega en el año 1515. La fiesta de Santa Marina se celebra el 18 de julio.
Santa Margarita
La gloriosa virgen y mártir santa Margarita, que los griegos y algunos autores llaman Marina, fue natural de la ciudad de Antioquía de Pisidia, e hija de un famoso sacerdote de los dioses, llamado Edisio.
Crióla una buena mujer, la cual le infundió con la leche la fe cristiana y la educó en santas costumbres. Enternecíase sobremanera cuando oía decir los suplicios con que los santos mártires eran despedazados, y la constancia y fortaleza con que los padecían; y veníale gran deseo de imitarlos y de morir como ellos por Jesucristo.
Por esta causa era aborrecida y maltratada por su padre idólatra y sacerdote de los ídolos, el cual llevó su inhumanidad hasta el extremo de acusarla y de ponerla en manos del impío presidente Olibrio. Habíase enamorado este tirano de la belleza de Margarita, y no pudiendo atraerla a su voluntad con astucia ni con fuerza, trocó todo el amor en odio, y quiso vengarse de ella con tormentos.
Mandóla tender en el suelo y azotar cruelísimamente, hasta que de su delicado cuerpo saliesen arroyos de sangre, lo cual, aunque hizo derramar lágrimas de pura lástima al pueblo que estaba presente, no ablandó el pecho de la santa virgen, que parecía no sentir aquellos despiadados azotes, como si no descargaran sobre ella.
Lleváronla después arrastrando a la cárcel, donde rogando la santa con gran devoción al Señor que le diese fortaleza y perseverancia hasta el fin, oyó un escalofriante ruido, y vio al demonio en figura de un dragón terrible que con silbidos y un olor intolerable se llegó a ella como queriéndola tragar.
Mas la cristiana virgen, armándose con la señal de la cruz, le ahuyentó, y luego aquel oscuro calabozo resplandeció con una luz clarísima y divina, y se oyó una voz que dijo: Margarita, sierva de Dios, alérate, porque has vencido. Al día siguiente la mandó el juez comparecer delante de sí y con grande asombro observó que estaba sana de sus heridas, y llamándola hechicera, la mandó desnudar y con hachas encendidas abrasar los pechos y costados.
Después ordenó que trajesen una gran tina de agua, y que echasen en ella a la santa virgen atada, de suerte que sin poderse menear se ahogase. Y cuando la sumergían en el agua, bajó una claridad grandísima, y una paloma que se asentó sobre la cabeza de la santa. Por este milagro se convirtieron muchos de los que estaban presentes, en los cuales el presiente ejercitó su crueldad, dando sentencia que así ellos como la santa fuesen degollados.
Al tiempo que el verdugo estaba con la espada en la mano para ejecutar la sentencia, tembló la tierra con súbito terremoto, y animando la misma santa al verdugo, fue degollada y recibió de mano de su amorosísimo y celestial Esposo la corona doblada de su virginidad y martirio.
19 Santa Justa y Rufina, Santa Makryna Mlodsza
Mártires († a. 287) La acción se desarrolla en el marco de la ciudad de Sevilla. Justa y Rufina viven y respiran según el Evangelio.
Con el producto de su trabajo honrado viven ellas y benefician al prójimo; la gente comenta que su caridad va con mano larga y también eso se nota por los miserables que salen de su casa con un puchero lleno de algo caliente para calmar al estómago y restaurar las fuerzas.
La fiesta de Salambó -Venus- vino a alterar su tranquila y laboriosa existencia. Han salido las damas nobles por las calles, llevando a hombros su estatua; van remedando gritos y lamentos, fingen gemidos y ademanes de dolor imitando la angustia de Venus que llora la muerte de su enamorado Adonis.
Cuando llegan a la altura de la casa-tienda-taller de Justa y Rufina y pedirles limosna para los festejos, las dos hermanas se niegan al unísono a cooperar con el culto pagano. Además se despachan a gusto, hablando de Dios, de Jesucristo el Señor, de la falsedad de su ídolo, obra del demonio, sin vida ni poder, aborrecible y despreciable.
Se enervaron las ilustres damas paganas, que dejan caer la estatua llevada en andas y tanto los cacharros en venta como el ídolo portado, acabaran hechos pedazos en el suelo. Pronto comenzó el culto a las mártires sevillanas. Son testigos el código Veronense y los templos que muy pronto se levantaron en su honor.
En los breviarios antiguos se reza que san Leandro se enterró en Sevilla en la iglesia de las santas Justa y Rufina
Santa Makryna Młodsza
Etimológicamente significa “resplandeciente”. Viene de la lengua griega.Cuando la timidez impide pedir perdón, ¿por qué no atreverse a realizar un gesto muy sencillo que no necesita palabras: tender la mano para que el otro o la otra haga en ella el signo del perdón, el signo de la cruz?Esta chica vivió entre los años 327 al 379. Era virgen. Se sabe que era la mayor de diez hermanos.Eran hijos de Basilio, el anciano, y de su mujer, Emelia.San Gregorio de Nisa, emparentado con ella, escribió su vida. El ejemplo de Macrina nos enseña de cómo una joven, dotada de cualidades y entregada al Reino de Dios, pudo contribuir a la vida de las iglesias cristianas en el siglo IV.Estamos concretamente en Capadocia. Fue educada por su madre, que empleaba frecuentemente los libros Sapienciales de la Biblia para su educación.También les enseñó cómo llevar una casa el día que se casaran.A los 12 años estaba ya prometida, pero su novio murió. Desde entonces rechazó a todos los demás pretendientes para entregarse totalmente a los cristianos.Ayudó a sus hermanos y, cuando ya estaban todos colocados, se metió a monja.Su hermano Basilio, cuando volvió de la universidad de Atenas, al ver el ejemplo de su hermana, se hizo monje.Otro hermano corrió pareja suerte pero, en lugar de un monasterio, prefirió la vida de ermitaño.Ella cayó enferma y Gregorio de Nisa fue a visitarla desde Antioquia. Murió santamente.
18 Julio Santa Marina, San Arsenio
Su vida esta mezclada entre la realidad y la leyenda. Nació en Balcagia, la actual Baiona de Pontevedra en Galicia (España), por el año 119, siendo hija de Lucio Castelio Severo, gobernador romano de Gallaecia y Lusitania y de su esposa Calsia, quien da a luz en un solo parto a nueve niñas mientras su marido esta fuera recorriendo sus dominios.
Asustada Calsia por el múltiple alumbramiento y temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal decide deshacerse de las criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el mayor secreto las ahogara en el río Miño.
Sila, cristiana a carta cabal, lejos de cometer tan horrible crimen, las dejaría en casa de familias amigas y las criaturas fueron bautizadas por el obispo San Ovidio y criadas en la fe cristiana.
Llegado el momento tuvieron que comparecer ante su propio padre acusadas de ser cristianas, el cual al saber que eran sus hijas las invita a que renuncien a Cristo a cambio de poder vivir rodeadas de los lujos y comodidades propias de su nacimiento.
Las encarcela tratando de atemorizarlas pero logran huir de las garras de la cárcel y se dispersaron. Todas ellas, no obstante acabarían siendo mártirescristianas.
La devoción popular sitúa a Liberata y a Marina (hermanas) mártires en la cruz a la edad de 20 años el 18 de enero del 139.
La fiesta de Santa Liberata se celebra el 20 de julio por ser la fecha en que se trasladaron sus reliquias desde la ciudad de Sigüenza a la Baiona gallega en el año 1515.
La fiesta de Santa Marina se celebra el 18 de julio.
San Arsenio
Monje. Cuando el emperador Teodosio el Grande buscaba un buen profesor para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, un senador sumamente sabio y muy práctico en sus consejos.
Durante diez años, San Arsenio vivió en el palacio del emperador educando a sus dos hijos, Arcadio y Honorio. Estando un día orando, en medio de una gran crisis espiritual, mientras le pedía a Dios que le iluminara lo que debía hacer para santificarse, oyó una voz que le decía: "Apártate del trato con la gente, y vete a la soledad". Entonces dispuso irse al desierto a orar y a hacer penitencia con los monjes.
Cuando llegó al monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que había estado viviendo tanto tiempo como senador y como alto empleado del Palacio imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas para saber si en verdad era apto para esa vida de humillación y mortificación. Fue ahí, donde San Arsenio se hizo muy conocido por todos por sus penitencias extraordinarias. Por muchos siglos han sido enormemente estimados los dichos o frases breves que San Arsenio acostumbraba decir a la gente.
Desde remotas tierras iban viajeros ansiosos de escuchar sus enseñanzas que eran cortas pero sumamente provechosas. Entre muchas de sus enseñanzas o frases que el Santo pronunciaba están: "muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado. Pero nunca me he arrepentido de haber guardado silencio"; o "siempre he sentido temor a presentarme al juicio de Dios, porque soy un pecador".
17 Julio San Alejo
Bella y larga es la historia de este hombre de Dios que, desde la Edad Media, alimenta la fantasía, piedad, sentimientos religiosos y deseos de entrega a Dios por parte de los cristianos.
Su figura, que debió ser formidablemente llamativa y ejemplar, viene narrada en el género novelesco, llena de encanto, pródiga en situaciones que mantienen el suspense, con abundancia de escenas que alucinan y toda ella plena de actitud ejemplarizante y moralizadora.
En fin, la historia de san Alejo es tan pletórica de imaginación, viveza y adornos que su autor suscita la envidia de los que escriben. En este estupendo relato, Alejo viene descrito como el hijo único del importante, opulento y caritativo senador de Roma llamado Eufemiano.
Huyó de su casa el mismo día de su boda -como otro Abrahán, solitario y eremita - llamado súbitamente a realizar la más alta de las aspiraciones y la renuncia más excelsa por el amor al Reino de Dios. Presentado Alejo por el autor de su biografía novelada como un joven que es el compendio de todas las virtudes y gracias que puede tener un ser humano, deja inconcebiblemente la casa paterna y a su dulce esposa.
Quizá sucediera que recordó la exigencia evangélica de posponer todo al Reino de los Cielos y se dispuso a ponerla por obra. Dice su leyenda o novela que comienza entonces un largo peregrinaje hacia extrañísimas tierras llegando hasta Edesa, pasado el Eufrates.
Esta es la ciudad que la incansable viajera y también peregrina Eteria describe como la metrópoli imposible de evitar a todo peregrino que desde occidente llega a visitar, movido por la fe, los lugares santos donde nació, vivió, murió y resucitó el Señor para nuestra salvación.
El bullicio, la piedad, el humo y aroma del incienso en la basílica del Apóstol Tomás -el que metió su puño en el costado abierto de Jesús- cuyos restos cercanos son día y noche venerados, la oración privada pública, las continuas idas y venidas de las gentes que besan las estatuas de los santos rebajando las piedras con los labios y las manos, el visiteo a la estatua del rey Abgar a quien Cristo escribió una carta, son el ambiente normal de Edesa a donde ha arribado Alejo.
Llegó rico, pero ahora es un mendigo más de los que abundan entre los pórticos y en los ambientes más frecuentados por el hormigueo de la gente. Entre rezo y rezo, contento y alegre, pide limosna y la reparte entre los más pobres. Vive gozoso y sin ataduras, pensando que así lo quiere Jesús.
Disfruta con el gozo de sentirse cercano a los restos mortales -reliquias- del discípulo del Señor, entre aquellas piedras que huelen a fe y a santo, participa hondamente en misterios sagrados, entre el bullicio está sumido en contemplación y hace todo el bien que puede a los desafortunados.
Se preocuparon tanto en la casa paterna por la pérdida del hijo y su actitud tan extraña, infrecuente e inesperada que el padre ha enviado a más de cien esclavos para que recorran la tierra, prometiendo llenar de honor y de riqueza a quien lo encuentre. Emisarios por el mundo buscan infatigablemente al hijo del potentado buen padre. Alejo se ve obligado a abandonar Edesa porque algunos prodigios sucedidos le sacan del anonimato.
Llena de accidentes, sorpresas y naufragios está descrita la historia de su nuevo peregrinaje por el mundo huyendo de la notoriedad, hasta que de modo imprevisto se ve de nuevo en Roma donde termina viviendo en la casa de su padre que, aunque continua buscándolo afanosamente en la lejanía, no lo reconoce próximo y cercano; hasta llega a darle albergue, como a un mendigo más, en el hueco de la escalera del patio principal de su casa, por caridad.
Por el espacio de diecisiete años -según dice una antigua tradición romana explicando la historia de la iglesia de san Alessio, situada en el Aventino- vivió allí Alejo, siendo un ejemplo de paciencia, humildad y pobreza; allí supo ayunar y rezar; allí soportó las burlas de la servidumbre; allí quiso permanecer ignorado de sus padres y de su esposa que sólo le saludaban de vez en cuando como a un mendigo desaliñado y pestilente; allí también lo encontraron muerto un día y ¿sabes lo que pasó? En su mano encontraron ese día una carta dirigida a sus padres y a su esposa en la que declaraba quién era y todo su amor.
Alejo quiso ser un mendigo por Dios. No es el único en la historia de los santos; también en Roma Benito José Labre quiso vivir como mendigo por Dios. Pero Alejo lo fue en casa propia e irreconocible para los suyos.
jueves, 16 de julio de 2009
16 Julio Santa Maria Magdalena Postel, Nstra Señora del Carmen
En Saint-Sauveur-le-Vicomte, pueblo de Normandía, en Francia, santa María Magdalena Postel, virgen, la cual, durante la misma revolución, al haber sido expulsados todos los sacerdotes, prestó toda clase de servicios a los enfermos y, en general, a todos los fieles. Vuelta la paz, fundó en la más completa pobreza la Congregación de las Hijas de la Misericordia, para la formación de las jóvenes pobres.
Nació en Barfleur, en la Normandía francesa, el 28 de noviembre de 1756. A los nueve años tomó la Primera Comunión; pocos años después murieron sus padres. Estudió en la abadía benedictina de Valognes, la cual abandonó para dedicarse a la educación y formación cristiana de mujeres sin recursos. A los dieciocho años fundó su primera escuela. Al estallar la Revolución y ser disueltas las órdenes religiosas, le fue encomendada la misión de custodiar y administrar el Pan Eucarístico y guardar los vasos y ornamentos sagrados (1789). Durante más de diez años dio asilo a sacerdotes perseguidos y continuó en la clandestinidad su labor catequística; por ello, debido a su caridad y por los dones especiales que en ella radicaban, fue nombrada «la Virgen sacerdote». Cuando estaba en presencia del Santísimo Sacramento, se dice que «ni siquiera un rayo podría distraerla». En 1798 ingresó como terciaria franciscana. En 1807 fundó en Cherburgo el Instituto de las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia, de regla severa y vida muy austera. En este lugar murió el 16 de julio de 1846. Durante su fecunda vida fundó más de treinta y siete conventos e iglesias. Fue canonizada por Pío XI el 24 de mayo de 1926
Nuesra Señora del Carmen de Maipu
La antigua devoción carmelitana se remonta a los monjes del Monte Carmelo en Tierra Santa. En el siglo XVI, durante el tiempo de la conquista de América, Santa Teresa de Avila, junto con San Juan de la Cruz, llevan a cabo en España la reforma de la orden carmelita. La devoción aumenta y llega al Nuevo Mundo.
En el año 1785 Don Martín de Lecuna encarga a un escultor de Quito, Ecuador, una imagen de Nuestra Señora del Carmen.
Durante las guerras independentistas chilenas los nacionalistas toman a la Virgen del Carmen como patrona de su ejercito. El 5 de diciembre de 1811, los Generales José Miguel Carrera y Bernardo o'Higgins se dirigen al Vicario de Santiago de Chile para pedirle "una Misa Solemne de Acción de Gracias" por el triunfo de las luchas independentistas. El 5 de enero de 1817 el General José de San Martín coloca su bastón de mando en la mano derecha de la imagen jurándola solemnemente como Patrona del Ejército de los Andes y en la Víspera de la batalla de Chabuco el ejército con O'Higgins a la cabeza proclama a la Virgen del Carmen Patrona y Generala de las Armas Chilenas. En 1818, ante el avance de las fuerzas españolas, el pueblo y sus líderes inundan la catedral para depositar su oración y su confianza a los pies de la Virgen Carmelitana, prometiéndole levantar un templo en su honor allí donde fuera firmada la libertad de Chile: "En el mismo sitio donde se dé la batalla y se obtenga la victoria, se levantará un Santuario a la Virgen del Carmen, Patrona y Generala de los Ejércitos de Chile, y los cimientos serán colocados por los mismos magistrados que formulen este voto, en el mismo lugar de su misericordia, que será el de su gloria".
Por eso, el 5 de abril, en medio del fragor de la batalla de Maipú el General San Martín anima a su ejército gritando: "Nuestra Patrona, la Santísima Virgen del Carmen nos dará la victoria y aquí mismo le levantaremos la iglesia prometida para conmemorar ese triunfo". Antes de finalizar el año se colocó la primera piedra del santuario, que se terminó en el 1892. El templo actual fue inaugurado en octubre de 1974.
En 1923 la Santa Sede, a petición del Episcopado Chileno nombró a la Virgen del Carmen como Patrona Principal de todo el pueblo de Chile, ya que antes lo era sólo del ejército y la armada chilena.
Dos son las imágenes del Carmen que los chilenos veneran con especial cariño: la del Santuario Nacional de Maipú, tallada en Quito en 1785 y la de la Catedral metropolitana, de factura francesa del siglo XIX, coronada solemnemente en 1926.
A pesar de que la Virgen fue acogida en tiempos de guerra no podemos jamás pensar que ella bendiga la violencia como medio de resolver conflictos. Mas bien podemos pensar que La Virgen actuó para apaciguar los odios y minimizar el horror de guerra. La Virgen del Carmen es madre tanto de españoles como de chilenos y como toda madre quiere la reconciliación y la paz entre sus hijos. Su verdadero y único deseo es que hagamos lo que nos pide el su Hijo, quien es la única libertad verdadera.
Nuestra Señora del Monte Carmelo
Nuestra Señora del Carmen. El Carmelo, cuya hermosura ensalza la Biblia (ls. 35, 2), ha sido de siempre un monte sagrado. En el siglo IX A.C. , Elías lo convirtió en el refugio de la fidelidad al Dios único y en el lugar de los encuentros entre el Señor y su pueblo (1 R 18, 39). El recuerdo del Profeta «abrasado de celo por el Dios vivo» había de perpetuarse en el Carmelo. En tiempo de las Cruzadas, las grutas del monte dieron acogida a los ermitaños cristianos. Pero hasta el siglo Xlll no pasaron éstos a formar una familia religiosa, a la que el patriarca Alberto de Jerusalén dio una regla (hacia el 1209), y que fue confirmada por el papa Honorio III (1226). El Monte Carmelo, que domina la llanura de Galilea, no cae lejos de Nazaret, en donde vivió María conservando todo en su corazón». De ahí que la Orden del Carmelo haya querido desde sus orígenes ponerse bajo el patrocinio de la Madre de los contemplativos. En el siglo XVI, los dos doctores y reformadores de la Orden - Santa Teresa de Ávila v San Juan de la Cruz - convertirían al Monte Carmelo en el símbolo de aquello que San Buenaventura llamaba «itinerario hacia Dios». Por eso le pedimos hoy al Señor que nos haga llegar, gracias a «la intercesión de la Virgen María» «hasta Cristo, monte de salvación».
15 Julio San Buenaventura
Obispo y doctor de la Iglesia (1218-1274) Nació en Bagnoregio, cerca de Viterbo (Italia) en 1218. Pronto destacó por su capacidad intelectual. Estudió filosofía y teología en París. Ya Maestro, enseñó estas mismas ciencias a sus compañeros franciscanos. Ocupó el cargo de Superior General de su Orden ejerciéndolo con sabiduría y prudencia. Al final de su vida fue elegido cardenal obispo de Albano. Murió en Lyon en el año 1274. Dejó a la posteridad obras filosóficas, teológicas y espirituales. Contaba veintidós años cuando, en 1243, recibía el sayal franciscano tomando el nombre de Buenaventura. Desde su adolescencia le había seducido el ideal del Pobre de Asís, cuyo historiador sería un día. Asimismo, se encontraría también un día al frente de la familia de Francisco (1257-1273) esforzándose por conciliar dentro de ella las exigencias de la vida evangélica con la indispensable organización de una Orden extendida por el mundo. No tardó Buenaventura en mostrarse como un espíritu de una hondura poco común. Como estudiante, y más tarde como profesor en la Universidad de París, intentó elaborar una síntesis del saber a la luz de Cristo. Su maestro fue San Agustín. Por consiguiente, dentro a un mismo tiempo de la escuela agustiniana y del espíritu de San Francisco, descubrió el Itinerario de la mente hacia Dios. A aquel que se adentre por esta senda, le aconseja que dé «menos importancia a la lengua que a la alegría interior; que mire menos a las palabras y a los libros que al don de Dios, es decir, al Espíritu Santo». En 1273, Buenaventura fue nombrado cardenal obispo de Albano y, al año siguiente hubo de intervenir en el Concilio de Lyon, que intentaría reunir a las Iglesias griega y latina. Luego de haber trabajado en favor de esta efímera unión, murió en Lyon (1274). ¿Alguna vez advertiste que la mayoría de la gente rica y famosa tiende a casarse con otra gente rica y famosa? Se postulan un montón de razones, entre ellas que es más fácil para alguien ya famoso soportar las presiones de la vida de celebridad. A menudo la razón real es sobreseída: la gente tiende a enamorarse de la gente con quien se asocia. Como Mark Twain humorísticamente lo expuso: «La familiaridad se reproduce.» Dado que la gente rica y famosa tiende a apuntarse con otra gente rica y famosa, es natural que sus vidas se entrelacen. Lo mismo sucede con los santos. No sólo tienden a asociarse unos con otros, sino que también tienden a influenciarse entre sí. San Buenaventura conoció a dos de los más grandes santos del mundo: San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino. De joven, San Francisco lo curó de una grave enfermedad. Luego, mientras estudiaba en la Universidad de París, se hizo amigo de Tomás de Aquino. Ambos recibieron al mismo tiempo su graduación como doctores en teología. Dado que sabemos que eran amigos, podemos suponer que ambos grandes santos compartirían y hablarían a menudo de su fe. Se hicieron amigos espirituales así como compañeros sociales. Hablar de la fe con un amigo espiritual puede ser un gran consuelo. Nuestros amigos pueden reforzamos en momentos de prueba y animamos en tiempos de duda. Pueden dar brillantez a nuestras vidas y hacer que resulte más fácil de andar el camino hacia la madurez espiritual
14 Julio San Camilo
Presbítero (1550-1614) Después de una profunda conversión cambió su vida militar por el cuidado de los enfermos. Ordenado sacerdote, fundó la Orden los Ministros de los Enfermos, llamados también Hermanos de la Buena Muerte por su atención a los moribundos. Murió en Roma el año 1614 San Camilo nació en el 1550 (Italia). en Bucchianico, en la costa del Adriático, donde su padre acampaba como militar. Fue el día de Pentecostés, del Año Santo 1550. Era hijo único, y ya tardío, que vino a llenar de alegría el hogar. Camilo tenía un carácter duro y resuelto, muy batallador, como su padre. Este muchacho, cuya estatura se aproximaba a los dos metros, de una vitalidad excepcional, se creyó llamado a la carrera de las armas, sucumbiendo pronto al desenfreno. De los veinte a los veinticinco años llevó una vida disoluta, que le condujo al hospital de Santiago de los Incurables, de Roma. La llaga se cura y reaparece. Un mal vicio se apodera de él: el juego. Alguna vez se jugó hasta la camisa. Se ofrece como soldado. Participa en Túnez y en otras batallas. Arriesga la vida y las ganancias las pierde en el juego. A veces tiene que pedir limosna. Después trabaja en un convento capuchino como albañil. Un día, mientras caminaba de un convento a otro, una luz le iluminó. Sintió la llamada de Dios y cayó en el suelo llorando. Pidió el hábito capuchino. Tres veces empieza el noviciado y otras tantas se le abre la llaga y marcha a Roma. Allí, la tercera vez, descubre su vocación. Desde octubre de 1589 se entrega a los enfermos para toda la vida. Intenta fundar una cofradía para los enfermos. Le ponen trabas. Ni siquiera San Felipe Neri, que le apreciaba mucho, le entendió. Aprovecha ratos libres y estudia teología en el Colegio Romano. En 1584 es ordenado sacerdote. Sale del hospital y con un pequeño grupo se establece junto a la iglesia de la Magdalena. Sixto V les aprueba como sociedad sin votos para dedicarse a los enfermos. "Los Camilos", encima de la sotana, llevaban una cruz roja. La situación en los hospitales era calamitosa en higiene y atenciones. No era una excepción el hospital del Espíritu Santo, donde Camilo y los suyos derrochaban entrega y dedicación total a enfermos y moribundos. Camilo se reservaba siempre lo más difícil. Cuando había pestes, que era frecuente, llegaban al heroísmo. Muchos morían atendiendo a los apestados. Camilo tuvo muchos conflictos, externos e internos, en su tarea. Hasta dejó el generalato de su Orden. Pero mantuvo siempre el carisma. Servir a Cristo en los enfermos. Por este servicio se nos juzgará. La vida de Camilo "ponía espanto". Con su herida, con una hernia, con dos forúnculos, con un débil estómago, pasaba horas largas con los enfermos, cuidándoles como una madre, ayudándoles a bien morir, olvidándose de sí mismo, sin apenas comer ni dormir. Así vivía su sacerdocio. Recogía a los apestados y andrajosos por las calles de Roma. Se dolía de ver así aquellos sagrados miembros de Cristo. Les trataba como si fueran príncipes. Les cubría con su manto. A veces quince sastres trabajaban para sus pobres. No cosían ropas, según él, sino ornamentos sagrados. Un día caminaba con un novicio. El sol ardía. - Hermano, le dijo, camina detrás de mí. Yo soy muy alto. Así te haré sombra y te librarás del sol. Y caminaba ajustándose a la esfera del sol para que los rayos no atacaran al novicio. Camilo era feliz porque podía regalar incluso su sombra. Consideraba el servicio a los enfermos como una acción litúrgica. Tomaba en sus brazos al enfermo como si manejara el cuerpo de Cristo. Acariciaba el rostro del enfermo, como si fuera el sagrado rostro del Señor. Totalmente agotado, cayó enfermo de gravedad. El 16 de julio de 1614 volaba al cielo "su patria", como él decía. Benedicto XIV lo canonizó el 1746. Junto con San Juan de Dios, es patrono de los enfermos y enfermeros.
13 Julio Santa Teresa de los Andes, San Enrique II
Con el ejemplo de su vida, pone ante nuestros ojos el evangelio de Cristo, encarnado y llevado a la práctica hasta las últimas exigencias. Teresa de Los Andes, con el lenguaje de su intensa vida, nos confirma que Dios existe, que Dios es amor y alegría, que El es nuestra plenitud. Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900.
En la pila bautismal fue llamada Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones Fernández Solar. Familiarmente se la conocía, y todavía se la conoce hoy, con el nombre de Juanita. Su niñez se desarrolló normalmente en el seno familiar: sus padres, don Miguel Fernández y Lucía Solar; sus tres hermanos y dos hermanas; el abuelo materno, tíos, tías y primos.
La familia gozaba de muy buena posición económica y conservaba fielmente la fe cristiana, viviéndola con sinceridad y constancia. Juana recibió su formación escolar en el colegio de las monjas francesas del Sagrado Corazón. Entre la vida estudiantil y la vida familiar se desarrolló su corta e intensa historia. A los catorce años de edad, inspirada por Dios, decidió consagrarse a El como religiosa, en concreto, como carmelita descalza.
Su deseo se realizó el 7 de mayo de 1919, cuando ingresó en el pequeño monasterio del Espíritu Santo en el pueblo de Los Andes, a unos 90 kms. de Santiago. El 14 de octubre de ese mismo año vistió el hábito de carmelita, iniciando así su noviciado con el nombre de Teresa de Jesús. Sabía desde mucho antes que moriría joven. Más aún, el Señor se lo había revelado, pues ella misma lo comunicó a su confesor un mes antes de su partida.
Asumió esa realidad con alegría, serenidad y confianza. Segura de que continuaría en la eternidad su misión de hacer conocer y amar a Dios. Después de muchas tribulaciones interiores e indecibles padecimientos físicos, causados por un violento ataque de tifus que acabó con su vida, pasó de este mundo al Padre al atardecer del 12 de abril de 1920.
Había recibido con sumo fervor los santos sacramentos de la Iglesia y el 7 de abril había hecho la profesión religiosa en el artículo de la muerte. Aún le faltaban 3 meses para cumplir los 20 años de edad y 6 meses para acabar su noviciado canónico y poder emitir jurídicamente su profesión religiosa. Murió como novicia carmelita descalza. Esa es toda la trayectoria externa de esta joven santiaguina.
Desconcierta, y crece en nosotros el gran interrogante: ¿y qué hizo? Para tal pregunta hay una respuesta igualmente desconcertante: Vivir, creer, amar. Cuando los discípulos preguntaron a Jesús qué debían hacer para vivir según Dios quiere, El respondió: "La obra de Dios es que creáis en quien El ha enviado" (Jn. 6, 28-29). Por lo tanto, para conocer el valor de la vida de Juanita, es necesario mirar hacia dentro, donde está el Reino de Dios.
Ella despertó a la vida de la gracia siendo todavía muy niñita. Asegura que a los seis años atraída por Dios empezó a volcar su afectividad totalmente en El. "Cuando vino el terremoto de 1906, al poco tiempo fue cuando Jesús principió a tomar mi corazón para sí" (Diario, n. 3, p. 26). Juanita poseyó una enorme capacidad de amar y ser amada junto con una extraordinaria inteligencia.
Dios le hizo experimentar su presencia, la cautivó con su conocimiento y la hizo suya a través de las exigencias de la cruz. Conociéndolo, lo amó; y amándolo se entregó a El con radicalidad. Desde niña comprendió que el amor se demuestra con obras más que con palabras, por eso lo tradujo en todos los actos de su vida, empezando por la raíz. Se miró con ojos sinceros y sabios y comprendió que para ser de Dios era necesario morir a sí misma y a todo lo que no fuera El.
Su naturaleza era totalmente contraria a la exigencia evangélica: orgullosa, egoísta, terca, con todos los defectos que esto supone. Como nos sucede a todos. Pero lo que ella hizo, a diferencia nuestra, fue librar batalla encarnizada contra todo impulso que no naciera del amor.
A los 10 años era una persona nueva. La motivación inmediata fue el Sacramento de la Eucaristía que iba a recibir. Comprendiendo que nada menos que Dios iba a morar dentro de ella, trabajó en adquirir todas las virtudes que la harían menos indigna de esta gracia, consiguiendo en poquísimo tiempo transformar su carácter por completo. En la celebración de este sacramento recibió de Dios gracias místicas de locuciones interiores que luego se mantuvieron a lo largo de su vida. La inclinación natural hacia Dios, desde ese día se transformó en amistad, en vida de oración.
Cuatro años más tarde recibió interiormente la revelación que determinó la orientación de su vida: Jesucristo le dijo que la quería carmelita y que su meta debía ser la santidad. Con la abundante gracia de Dios y con la generosidad de joven enamorada se dio a la oración, a la adquisición de las virtudes y a la práctica de la vida según el evangelio, de tal modo que en cortos años llegó a un alto grado de unión con Dios. Cristo fue su ideal, su único ideal. Se enamoró de El, y fue consecuente hasta crucificarse en cada minuto por El. La invadió el amor esponsal y, por tanto, el deseo de unirse plenamente al que la había cautivado.
Por eso a los 15 años hizo el voto de virginidad por 9 días, renovándolo después continuamente. La santidad de su vida resplandeció en los actos de cada día en los ambientes donde se desarrolló su vida: la familia, el colegio, las amigas, los inquilinos con quienes compartía sus vacaciones y a quienes, con celo apostólico, catequizó y ayudó.
Siendo una joven igual a sus amigas, éstas la sabían distinta. La tomaron por modelo, apoyo y consejera. Juanita sufrió y gozó intensamente, en Dios, todas las penas y alegrías con que se encuentra el hombre. Jovial, alegre, simpática, atractiva, deportista, comunicativa. En los años de su adolescencia alcanzó el perfecto equilibrio síquico y espiritual, fruto de su ascesis y de su oración.
La serenidad de su rostro era reflejo de Aquel que en ella vivía. Su vida monacal desde el 7 de mayo de 1919 hasta su muerte fue el último peldaño de su ascensión a la cumbre de la santidad. Sólo once meses fueron suficientes para consumar su vida totalmente cristificada. Muy pronto la comunidad descubrió en ella un paso de Dios por su historia.
En el estilo de vida carmelitano-teresiano, la joven encontró plenamente el cauce para derramar más eficazmente el torrente de vida que ella quería dar a la Iglesia de Cristo. Era el estilo de vida que, a su modo, había vivido entre los suyos, y para el cual había nacido. La Orden de la Virgen María del Monte Carmelo colmó los deseos de Juanita al comprobar que la Madre de Dios, a quien amó desde niña, la había traído a formar parte de ella.
Fue beatificada en Santiago de Chile por Su Santidad Juan Pablo II, el día 3 de abril de 1987. Sus restos son venerados en el Santuario de Auco-Rinconada de Los Andes por miles de peregrinos que buscan y encuentran en ella el consuelo, la luz y el camino recto hacia Dios.
SANTA TERESA DE JESÚS DE LOS ANDES es la primera Santa chilena, la primera Santa carmelita descalza fuera de las fronteras de Europa y la cuarta Santa Teresa del Carmelo tras las Santas Teresas de Avila, de Florencia y de Lisieux.
San Enrique II
San Enrique II ( 972 – 1024) nieto de Otón el Grande y de Carlomagno, había nacido en el castillo que su padre, duque de Baviera, tenía a las orillas del Danubio, en los estertores del oscuro siglo X, allá por los años 973. El joven príncipe pasa los primeros años de su vida en el monasterio benedictino de Hildesheim. Vive como un novicio al lado de los monjes. Aprende a la vez las letras y los salmos, estudia las Sagradas Escrituras, se ejercita en la práctica de la virtud y aspira a la perfección. Completa su educación bajo la tutela del obispo de Regensburg, San Wolfang. Enrique acogía en la buena tierra de su corazón la semilla que sembraba su maestro y que produciría mucho fruto, el ciento por uno.
Las fechas de su vida política se sucedieron rápidas. El 995, duque de Baviera. El 1002, rey de Germania, proclamado en Maguncia. El 1014 Benedicto VIII lo consagra en Roma Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. El Papa, en premio a su celo por la religión, le regala un globo de oro y piedras preciosas, rematado en una cruz. Enrique lo agradece, entiende el simbolismo y lo manda llevar a la abadía de Cluny. Ayuda a extinguir el cisma del antipapa Gregorio y a mantener el prestigio de Benedicto VIII.
Funda iglesias y monasterios para fomentar el culto divino, crea obispados, reúne dietas conciliares, defiende los derechos de la Iglesia, influye en la conversión de San Esteban de Hungría, que se había casado con una hermana suya. Mantiene una estrecha amistad con el famoso y longevo abad de Cluny, Odilón. Juntos trabajan en la reforma eclesiástica, deponiendo prelados y abades indignos, restituyendo la disciplina y la observancia regular.
Le gustaban las suntuosas liturgias de las iglesias de Germania. De ahí que, según se cuenta, se extrañara al constatar que en Roma no se decía el Credo en la Misa, a instancias suyas el papa Benedicto VIII prescribió que se cantara los domingos y fiestas. Trabajó también mucho por la paz y por la extensión del Evangelio. Junto a esta vida agitada, llevaba cuando podía una vida recogida y piadosa como un monje.
De entre todas las iglesias, la que merecía su particular predilección era la catedral de Bamberga, que él mismo había edificado, y en la que reposa junto con Santa Cunegunda. Junto a la estatua del famoso caballero, se encuentra un monumento en memoria de los "Santos Enrique y Cunegunda, que brillaron en medio de las tinieblas de su tiempo como dos lises de oro sobre el altar".
Al final de su vida, Enrique, llamado con razón el Piadoso, se retira al monasterio de Vanne. El abad Ricardo le ordena volver al trono. Pero poco después, el 13 de julio del año 1024, a los cincuenta y dos años, recibía la corona de la gloria en el castillo de Grona. Fue canonizado el 1146 por Eugenio III.
12 Jul Santa Veronica, San Juan Gualberto
Su nombre podría proceder del latín significando "verdadero ícono" o, según el parecer del profesor Miguel Angel García Olmo, puede ser una variante del antiguo nombre femenino Berenice (Bereníke), la versión macedonia del griego Phereníke, o sea,"la que lleva la victoria". El caso es que a esta santa mujer, ambos le pegan magistralmente.
Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en Su camino al Calvario. Unos le agredían, otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad. Ella se le acercó y le enjugó el rostro con su velo. Aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia. La fuente de Misericordia recibe de ella en aquel momento un amor que casi todos le negaron.
Aunque poco sabemos de la vida de Verónica y su acto de amor no aparece en las Sagradas Escrituras, la tradición lo ha recogido como un acto ejemplar que recordamos en la sexta estación del Vía Crucis Dante lo evoca en el canto XXXI del Paraíso.
Santa Verónica es mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas. Es mujer de gran compasión, ya que venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio o la indiferencia.
ElVelo de la Verónica y la ciencia
El velo de la Verónica está en Santuario del Santo Rostro, en Manoppello, Italia desde el comienzo del siglo XVI. Posiblemente fue robado de la Basílica de San Pedro mientras estaba en construcción. Benedicto XVI fue el primer Papa en visitar el santuario en Manoppello, en Sept, 2006.
Tras trece años de investigaciones sobre el "velo de la Verónica" (el que, según la tradición, utilizara para enjugar el rostro de Cristo camino del Calvario), el prestigioso historiador alemán P. Heinrich Pfeiffer S.J. certifican su autenticidad.
Según Pfeiffer, el rostro de Cristo que aparece en el velo de la Verónica (hoy conservado en Manoppello, Italia), se sobrepone perfectamente a la imagen de la Sábana Santa de Turín:
Los trazos son los mismos: rostro oval ligeramente redondo y asimétrico, cabello largo, un mechón de cabellos sobre la frente, la boca ligeramente abierta, la mirada dirigida a lo alto; rasgos que influyeron en toda la iconografía de Cristo en los siglos posteriores.
Entre los exámenes a los que ha sido sometido el Velo de la Verónica destacan las fotografías digitales realizadas por Donato Vittore, experto de la Universidad de Bari, así como las observaciones bajo luz ultravioleta que confirman la inexistencia de pintura sobre el paño. En efecto, la densidad del color del rostro es muy fuerte sobre el tejido blanco casi transparente, pero estas tomas digitales dejan bien a las claras que no hay pintura. No puede, por lo tanto ser la obra de un artista. Además, en el rostro se observan dos manchitas y da la impresión de que un líquido, que bien podría ser sangre, se impregnó en las fibras del tejido.
San Juan Gualberto
Abad († 1073) San Juan Gualberto era hijo de una acomodada familia de Florencia, dueña de castillos y ricas posesiones. Eran dos hermanos, Juan y Hugo. Una familia feliz, hasta que en una triste ocasión Hugo había sido asesinado.
La vida de Juan cambió radicalmente el día de Viernes Santo de 1003, cuando tenía 18 años. Fue su "camino de Damasco". Juan era un joven despreocupado que asistía a la iglesia sólo en las grandes solemnidades. Juan no sabía explicarse las profundas emociones que había experimentado en la iglesia aquel día, en los oficios solemnes que conmemoraban la muerte del Señor.
Al adorar la cruz, todos notaron en él una devoción especial. Terminados los oficios religiosos partió hacia Siena, bien armado en su caballo. La primavera sonreía en los campos, pero no tanto en su corazón. Borrada de repente la imagen de Jesús en la cruz, que tanto le impresionara hace unas horas, sólo veía la de su hermano desangrándose en tierra, mientras se imaginaba encontrarse con el asesino y enrojecer con la sangre del traidor la espada que llevaba, que era la de su hermano.
Todavía se entretenía su mente con estos pensamientos, cuando en una curva del camino se presentó ante sus ojos, a pie y desarmado y llevando de la mano un niño, precisamente el asesino de su hermano. Juan saltó del caballo como un rayo, espada en mano. El asesino no intentó huir. Era inútil. Se arrodilló con los brazos en cruz, y sólo le dijo una palabra: "Perdón". Juan no le escuchaba, y se disponía a asestarle un golpe mortal a su enemigo. Viéndose éste perdido sin remisión, aún musitó, entre la vida y la muerte: "Jesús, Hijo de Dios, perdóname tú al menos.
Fue entonces cuando la gracia divina obró en el corazón de Juan. Ya no veía a su enemigo de rodillas ni al niño llorando. Sólo veía a Jesús muerto en la cruz por él, que tanto le había emocionado poco antes en la iglesia. Ya no escuchaba el gemido del que le pedía perdón, sino, las palabras de Jesús: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen".
Arrojó la espada, se tiró a tierra, levantó al asesino, le abrazó y le dijo: "Hermano, te concedo el perdón que me pides, por la sangre que hoy derramó Jesús en la cruz". El asesino le besó la mano y se marchó.
Murió el 12 de julio del año 1073 en el monasterio de Passignano.
viernes, 10 de julio de 2009
La recta defensa del medio ambiente
¿Qué es la Indulgencia Plenaria?
Quien es un Obispo?
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús
La Adoración al Santisimo Sacramento
¿Crisis vocacional?
El Sacerdocio y las Sagradas Escrituras
El Año Sacerdotal
Pope2You.net
11 Julio San Benito
Abad, patrono de Europa (c. 480-547) Nació en el año 480 en Nursia (Italia). Formado en Roma, vivió retirado llevando vida eremítica, reunió algunos discípulos y fundó varios monasterios en Subiaco.
Más tarde fundó el célebre monasterio de Montecasino y allí murió en el año 547, después de escribir la Regla monástica que lleva su nombre y que ha sido la más extendida en Occidente. El Papa Pablo VI lo proclamó patrono de Europa por el extraordinario influjo que tanto su persona como sus monjes ejercieron en el establecimiento de las raíces cristianas en este continente.
Medalla de San Benito La Cruz – Medalla de San Benito data de una época muy antigua y debe su origen a la gran devoción que el Santo profesaba al signo adorable de nuestra Redención y al uso frecuente que de él hacía y que recomendaba a sus discípulos para vencer las tentaciones, ahuyentar al demonio y obrar maravillas.
En un principio y durante muchos años la devoción a esta Cruz – Medalla de San Benito fue meramente local y exclusiva de los monasterios Benedictinos.
Explicación: la medalla de San Benito representa, de un lado, la imagen de la Cruz y en el otro, la del Santo Patriarca El lado de la Cruz suele estar encabezado, o por el monograma del Salvado: IHS, o por el lema de la orden benedictina: PAX.
En los cuatros ángulos de la Cruz háyanse grabadas las siguientes iniciales:
C.S.P.B., que significa: Cruz Sancti Patris Benedicti, o sea: Cruz del Santo Padre Benito, las cuales son como un anuncio de la Medalla y no forma parte del exorcismo.
En las líneas vertical y horizontal y alrededor de la Cruz se leen, en el siguiente orden, estas otras iniciales, cuyas palabras componen la oración ó exorcismo que tanto teme Satanás y que conviene repetir a menudo:
C.S.S.M.L. Cruz Sancta Sit Mihi Luz La Santa Cruz sea mi luz
N.D.S.M.D. Non Draco Sit Mihi Dux No sea el dragón mi guía
V.R.S. Vade Retro Satanás Retírate Satanás
N.S.M.V. Numquam Suadeas Mihi Vana No me aconsejes vanidades
S.M.Q.L. Sunt Mala Quae Libas Son cosas malas las que tú brindas
I.V.B. Ipse, Venena Bibas Bebe tú esos venenos
10 Julio Santa Verónica Giuliane, Santas Justa y Rufina, Santa Felicita
Abadesa (1660-1727). Fue la menor de siete hermanas; hija de Francesco, superintendente en Plasencia de la Real Hacienda, huérfana de madre desde muy pequeña y formada por sus hermanas. Ingresó en las capuchinas, en la Umbría, cuando tenía diecisiete años. Úrsula se llama ahora Verónica, como aquella que adecentó el rostro de Jesús. Es Maestra de novicias y comienza, como cuando era niña, a llamar la atención por sus visiones y revelaciones.
Dentro de su retiro contemplativo su vida nos introduce en el inexplicable, desconocido y elevadísimo mundo de las relaciones del Creador con la criatura fusionados en el amor. Aprende docilidad, experimenta amor a la cruz, recibe efusiones divinas que simultanean los mayores sufrimientos con la mayor de las felicidades posibles.
En su existencia se da eso que hace las delicias de los estudiosos de la mística que examinan el hecho de la unión transformante. Luego la eligen abadesa, cosa propia para aquellas que quieren saber más de entrega fiel. Su persona es tranquila y afable transmisora de paz a pesar de los milagros que corren para mayor perplejidad del obispo del lugar.
Justa y Rufina
Fueron hermanas carnales, nacidas en Sevilla, Justa en 268 y Rufina en 270, de familia muy modesta con firmes convicciones cristianas, se dedicaban al oficio de alfareras.[Nota 1] En la época que vivieron dominaba el Imperio Romano gran parte del mundo por ellos conocido. En estos tiempos paganos, las hermanas dedicaban su tiempo a ayudar al prójimo y al conocimiento del Evangelio. [1]
Era costumbre celebrar una vez al año una fiesta pagana en honor a Venus en la que se rememoraba el fallecimiento del admirado Adonis. Se recorrían las calles de la ciudad pidiendo limosnas para la fiesta. En cierta ocasión, los paganos llegaron a casa de Justa y Rufina solicitando el dinero correspondiente, pero las hermanas se negaron a pagarlo por ser el fin de éste contrario a su fe, y no sólo esto sino que decidieron hacer añicos la figura de la diosa entre ambas, provocando de esta manera el enfado general de las devotas que se lanzaron hacia ellas.
El prefecto de Sevilla, Diogeniano, mandó encarcelarlas, animándolas a abandonar sus creencias cristianas si no querían ser víctimas del martirio.[2] Las santas se negaron a pesar de las amenazas. Sufrieron el tormento del potro para a continuación ser torturadas con garfios de hierro. Diogeniano esperaba que el trato que se le daba sería suficiente para que renunciaran a su fe, ellas aguantaron todo. Viendo que no surtió efecto el castigo las encerró en una tenebrosa cárcel donde sufrirían las penalidades del hambre y la sed.
Estoicamente sobrevivieron a su condena, por lo que fueron castigadas de nuevo, esta vez debían caminar descalzas hasta llegar a Sierra Morena. Tuvieron la suficiente fuerza para conseguir el objetivo. Viendo que nada las vencía mandó encarcelarlas hasta morir, la primera en fallecer fue Santa Justa, su cuerpo lo tiraron a un pozo, recuperado poco tiempo después por el obispo Sabino.
Una vez que hubo acabado con la vida de Justa, Diogeniano creyó que Rufina sucumbiría a sus deseos con más facilidad, pero no lo consiguió, y decidió acabar con su vida de la forma más lúgubre en aquellos tiempos, la llevó al anfiteatro y la dejó a expensas de un león para que la destrozase. La bestia se acercó y lo más que hizo fue mover la cola y lamer sus vestiduras como haría un animal de compañía. El Prefecto no aguantó más, la mandó degollar y quemar su cuerpo. Nuevamente tras este hecho el obispo Sabino recogió los restos y la enterró junto a su hermana en el año 287.
Por tan cristiana acción, fueron canonizadas. Se les nombró Patronas de Sevilla, y de los gremios de alfareros y cacharreros. También son veneradas como patronas de otras localidades, por ejemplo Orihuela, donde la leyenda cuenta que las santas se aparecieron en forma de dos luceros sobre la sierra de Orihuela tra la conquista cristiana sobre los musulmanes.También son patronas de Payo de Ojeda en Palencia y de la ciudad conquense de Huete.
Las santas Justa y Rufina son especialmente veneradas en Sevilla. La tradición las señala como protectoras de la GiraldaCatedral, considerando que por su intercesión no cayeron tras los terremotos de 1504, 1655 y el terremoto de Lisboa de 1755. De esta manera, suelen estar representadas junto la Giralda, portando palmas como símbolo del martirio y con diferentes objetos de barro en alusión a su profesión de alfareras. En la propia Catedral, el altar más cercano a la Giralda está dedicado a las Santas y en él figuran sus esculturas, que proceden de la Iglesia del Salvador (Sevilla) y fueron realizadas por Pedro Duque y Cornejo en 1728.
Santa Felicita de Roma y sus 7 hijos mártires.
En el año 150 vivía en Roma una noble viuda cristiana llamada Felicita que tenía siete hijos, fervorosos discípulos de Cristo. Madre e hijos fueron encarcelados por la fe. A todos se les fue poniendo uno por uno ante la alternativa de apostatar o morir, más, ayudados por las heroicas palabras de aliento de su madre, todos aquellos jóvenes prefirieron la muerte en testimonio de fidelidad al Salvador. Madre e hijos murieron mártires bajo el emperador Antoninus.
"¡Ea!" –respondió el mayor de los hijos al juez que le inducía traicionar a Cristo-, acaba ya con tu charla; sábete que yo quiero permanecer fiel. Idénticas respuestas dieron los otros seis, y todos fueron muriendo por la fe ante los ojos de aquellos a quienes todavía no había llegado el turno. Y la madre, que había sufrido y muerto, por decirlo así, con cada unos de sus hijos, concluyó aquella inmolación heroica sufriendo cuatro meses después la gloriosa muerte del martirio. ¡Que recibimiento le harían sus hijos en el cielo! De la madre hace conmemoración la Iglesia el día 23 de noviembre, mientras que el 10 de julio celebra la fiesta de los siete santos hermanos. Enterrados en el cementerio de Maximus, en la Via Salaria, Roma. Reliquias en la Iglesia capuchina de Montefiascone, Italia. Entre los siete hijos de Santa Felicita hay uno –el penúltimo, llamado Alejandro-, cuyos sagrados despojos fueron trasladados durante la temprana Edad Media, a la villa de Wildeshausen, en la actual provincia de Oldemburgo. No podemos imaginarnos la solemnidad y el gran concurso de gente, procedente de toda Alemania, con que fueron trasladadas las sagradas reliquias. Hoy todavía podemos seguir el itinerario de aquella solemne procesión, pues doquiera los restos del santo se detenían una noche, allí las gentes se encargaban de edificar un templo en honor del joven mártir. Por eso hay en Alemania tantas iglesias dedicadas a San Alejandro.
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"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARE YO MI IGLESIA..." Mateo 16:18
En Mateo 16:18, está correcto decir que Jesús habría dicho "Tú eres 'Kepha', y sobre esta 'Kepha' construiré Mi Iglesia." En Griego, se traduciría como: "Tú eres 'Petros' y sobre esta 'Petra' construiré Mi Iglesia." Fue la traducción de la palabra Aramea "Kepha" (Cefas) al idioma Griego lo que causó la confusión entre algunos que miran a Pedro como que no fue llamado "roca", sino una "piedrecilla", intentando con esto negar su Primacía. Mateo 16:13, 18, Juan 1:42, 1Corintios 1:12, 3:22, 9:5, 15:5, Gálatas 2:8-9.
Ignacio de Antioquía,Padre Apostólico discípulo del apóstol Juán y Pablo (Saulo de Tarso) recibio la consagracion Episcopal en la Sede de Antioquia de los Santos Apostoles Pedro y Pablo. Da en el año 110 d. de C el testimonio más antiguo de este nombre: "Por doquier aparezca el obispo, ahí esté el pueblo; lo mismo que donde quiera que Jesucristo está también está la Iglesia Católica"(Carta a los Esmirniotas 8:2).
En los tres primeros siglos de la Iglesia los cristianos decían "cristiano es mi nombre, católico mi sobrenombre".