Somos la Iglesia Catolica

IGLESIA CATOLICA

BIENVENIDOS!!!

Significado:

IGLESIA=Del griego εκκλεσια ekklesia (ecclesia), los autores del N. Testamento designan a la sociedad fundada por Jesucristo

CATOLICA= El término «católico» proviene del griego καθολικός (katholikós), que significa universal.

¿Cómo Sabemos que la Iglesia Católica es la Iglesia que Jesucristo Fundó?

Sabemos por la Promesa de Perpetuidad hecha por la Verdad Misma (Juan 14:6), Jesucristo.
Sabemos que Él fundó solamente Una Iglesia, como lo dijo en Mateo 16:18.
Sabemos que Él prometió que Su Iglesia sería fundada desde dentro y desde fuera. "Y las puertas del infierno NO prevalecerán contra ella." Mateo 16:18
Sabemos porque Él prometió estar con Su Iglesia hasta el fin del mundo, en Mateo 28:20
Sabemos porque Él prometió que no nos dejaría huérfanos, en Juan 14:18.
Sabemos porque Él prometió que el Espíritu de Verdad habitaría en ella por siempre, en Juan 14:16.
Sabemos porque San Pablo prometió que la Iglesia estaría con nosotros por siempre. Efesios 3:21.

Invitación al Camino, la Verdad y la Vida:
La Iglesia de Cristo(Mt16,18) defiende la Vida, la Familia, los Valores y su Doctrina. Se exponen Testimonios, temas de Bioetica, Provida, Conversiones y Apologetica.

"Sean Santos, como Yo el Señor, su Dios, es Santo" Lc 19,2

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jueves, 2 de abril de 2009

02 Abril San Francisco de Paula, Santa Maria de Egipto

San Francisco de Paula

San Francisco de Paula, ermitaño, fundador de la Orden de los Mínimos en Calabria, prescribiendo a sus discípulos que viviesen de limosnas, no teniendo propiedad ni manipulando dinero, y que utilizasen sólo alimentos cuaresmales. Llamado a Francia por el rey Luis XI, le asistió en el lecho de muerte, y célebre por la austeridad de vida, murió a su vez en Plessis-les-Tours, junto a Tours.

San Francisco de Paula, fundador. (1508). Nació en Italia, en 1416. Le pusieron por nombre Francisco porque sus padres habían deseado por quince años tener un hijo, y al fin, al rezarle a San Francisco de Asís, obtuvieron que naciera este niño. Cuando tenía unos pocos años se enfermó gravemente de los ojos. Se encomendó junto con sus padres a San Francisco y este Santo le obtuvo de Dios la curación. En acción de gracias se fue a los 14 años en peregrinación a Asís, y allá recibió la inspiración de irse de ermitaño solitario a rezar y a hacer penitencia en la soledad de un monte.

Pidió permiso a sus papás y por cinco años estuvo escondido en la montaña, rezando, meditando y alimentándose solamente de agua y de yerbas silvestres y durmiendo sobre el duro suelo, teniendo por almohada una piedra. Varios hombres más se fueron a seguir su ejemplo y Francisco tuvo que fundar varias casas para sus religiosos. Y en todos sus conventos puso una consigna o ley que había que cumplir siempre: "Cuaresma perpetua". Miles de hombres decidieron abandonar la vida pecaminosa del mundo e irse a la Comunidad religiosa fundada por San Francisco de Paula, les puso el nombre de "hermanos Mínimos". El Sumo Pontífice envió un delegado para que averiguara qué tan segura y cierta era la santidad de Francisco.

El delegado pontificio le preguntó si sus religiosos serían capaces de resistir toda la vida a ese reglamento tan severo que les prohibía comer carne, queso, leche y huevos y tomar licores. El Papa Pablo VI dijo en 1977 que San Francisco de Paula es un verdadero modelo para los que tienen que llamarles la atención a los gobernantes que abusan de su poder y que malgastan en gastos innecesarios el dinero que deberían emplear en favor de los pobres. San Francisco solía decirles que en el día del juicio le dirían aquellas palabras que Jesús, Dios nuestro Señor dijo en el Evangelio: "Dame cuenta de tu administración" (Lc. 16,2). Y les repetía lo que decía San Pablo: "Cada uno tendrá que presentarse ante el tribunal de Dios, para darle cuenta de los que ha hecho, de lo bueno y de lo malo". Todo esto hacía pensar muy seriamente a muchos gobernantes y los llevaba a corregir los modos equivocados de proceder que habían tenido en el pasado. Al rey de Nápoles (Fernando el Bastardo) no le agradaba nada este modo tan franco de hablar que tenía el santo varón y dispuso mandarlo apresar. Al rey y a sus empleados les sabía cantar las cuarenta, diciéndoles que no se pueden hacer gastos en lujos mientras el pueblo se muere de hambre.

El rey le ofreció una bandeja llena de monedas de oro para que con ese dinero construyera un convento. El santo no aceptó el tal regalo, pero tomando en sus manos una moneda de esas, la partió en dos, y de ella empezó a brotar sangre que salpicó el vestido del mandatario. El rey dobló la rodilla, y prometió que en adelante se preocuparía más por la suerte del pueblo pobre y necesitado. El rey Luis XI de Francia, que había sido bastante déspota y tirano y poco piadoso, tuvo un ataque de apoplejía (un derrame cerebral) y quedó con una enfermedad nerviosa que le hacía muy amarga su existencia y que lo puso de un mal genio tal que casi nadie se atrevía a acercársele. Luis XI le escribió al Papa Sixto IV y el Pontífice le dio la orden al santo de ir a visitar al rey enfermo. Con tristeza se despidió de su amada patria porque sabía que ya nunca más iba a volver a su bella Italia. Al llegar a Francia, las gentes se arrodillaban al verlo pasar, el hijo del rey, mandó construir una capilla en el sitio en el que por primera vez se encontró con este hombre de Dios.

A los 67 años llega el santo a Francia. El rey lo recibe postrándose ante sus pies y le suplica: "Padre mío: obténgame de Dios que me devuelva la salud y que me conceda unos años más de vida" Pero San Francisco le responde: "Cada uno, cuando le llega el tiempo prefijado por Dios, tiene que disponerse a partir hacia la eternidad, aunque sea un rey muy poderoso. Pero lo que el Señor quiere concederle ahora es la salud de su alma". Y siguieron varios días de charlas muy afectuosas e íntimas entre el enfermo agonizante y el Santo de Dios. Y Luis XI no consiguió la salud de su cuerpo, pero sí su conversión y la salud de su alma, tuvo la suerte incomparable de ser asistido por un santo en su última enfermedad. Y el rey quedó tan agradecido que nombró a Francisco de Paula como director espiritual de su hijo, el futuro Carlos VIII, rey de Francia. Nuestro santo tuvo que quedarse por el resto de su vida, sus último 24 años, misionando en Francia y allí consiguió muchísimas vocaciones para su comunidad de religiosos y convirtió multitud de pecadores.

El Viernes Santo, 2 de abril de 1507, después de hacer que le leyeran la Pasión de Jesucristo según el Evangelio de San Juan, se quedó plácidamente dormido con el sueño de la muerte, y pasó a la eternidad a recibir el premio de sus virtudes. El pueblo empezó inmediatamente a proclamarlo como santo y los milagros empezaron a sucederse por montones. Doce años después de su muerte, fue proclamado santo por el Sumo Pontífice León X (en 1519). Y es un dato curioso, que un santo que jamás comía carne, ni huevos ni leche, ni tomaba licor alguno, llegó en plena robustez hasta los 91 años de edad.

Santa María egipciaca, penitente. Siglo V.

Una hermosa tradición muy antigua cuenta que en el siglo V un santo sacerdote llamado Zózimo después de haber pasado muchos años de monje en un convento de Palestina dispuso irse a terminar sus días en el desierto de Judá, junto al río Jordán. Y que un día vio por allí una figura humana, que más parecía un esqueleto que una persona robusta. Se le acercó y le preguntó si era un monje y recibió esta respuesta: "Yo soy una mujer que he venido al desierto a hacer penitencia de mis pecados".
Y dice la antigua tradición que aquella mujer le narró la siguiente historia: Su nombre era María. Era de Egipto. Desde los 12 años llevada por sus pasiones sensuales y su exagerado amor a la libertad se fugó de la casa. Cometió toda clase de impurezas y hasta se dedicó a corromper a otras personas. Después se unió a un grupo de peregrinos que de Egipto iban al Santo Sepulcro de Jerusalén. Pero ella no iba a rezar sino a divertirse y a pasear.
Y sucedió que al llegar al Santo Sepulcro, mientras los demás entraban fervorosos a rezar, ella sintió allí en la puerta del templo que una mano la detenía con gran fuerza y la echaba a un lado. Y esto le sucedió por tres veces, cada vez que ella trataba de entrar al santo templo. Y una voz le dijo: "Tú no eres digna de entrar en este sitio sagrado, porque vives esclavizada al pecado". Ella se puso a llorar, pero de pronto levantó los ojos y vio allí cerca de la entrada una imagen de la Sma. Virgen que parecía mirarla con gran cariño y compasión. Entonces la pecadora se arrodilló llorando y le dijo: "Madre, si me es permitido entrar al templo santo, yo te prometo que dejaré esta vida de pecado y me dedicaré a una vida de oración y penitencia. Y le pareció que la Virgen Santísima le aceptaba su propuesta. Trató de entrar de nuevo al templo y esta vez sí le fue permitido. Allí lloró largamente y pidió por muchas horas el perdón de sus pecados. Estando en oración le pareció que una voz le decía: "En el desierto más allá del Jordán encontrarás tu paz".
María egipciaca se fue al desierto y allí estuvo por 40 años rezando, meditando y haciendo penitencia. Se alimentaba de dátiles, de raíces, de langostas y a veces bajaba a tomar agua al río. En el verano el terrible calor la hacía sufrir muchísimo y la sed la atormentaba. En invierno el frío era su martirio. Durante 17 años vivió atormentada por la tentación de volver otra vez a Egipto a dedicarse a su vida anterior de sensualidad, pero un amor grande a la Sma. Virgen le obtenía fortaleza para resistir a las tentaciones. Y Dios le revelaba muchas verdades sobrenaturales cuando ella estaba dedicada a la oración y a la meditación.
La penitencia le hizo prometer al santo anciano que no contaría nada de esta historia mientras ella no hubiera muerto. Y le pidió que le trajera la Sagrada Comunión. Era Jueves Santo y San Zózimo le llevó la Sagrada Eucaristía. Quedaron de encontrarse el Día de Pascua, pero cuando el santo volvió la encontró muerta, sobre la arena, con esta inscripción en un pergamino: "Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido su santo cuerpo en la Eucaristía. Ruegue por esta pobre pecadora, y devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que convertirse".
El monje no tenía herramientas para hacer la sepultura, pero entonces llegó un león y con sus garras abrió una sepultura en la arena y se fue. Zózimo al volver de allí narró a otros monjes la emocionante historia, y pronto junto a aquella tumba empezaron a obrarse milagros y prodigios y la fama de la santa penitente se extendió por muchos países.
San Alfonso de Ligorio y muchos otros predicadores narraron muchas veces y dejaron escrita en sus libros la historia de María Egipciaca, como un ejemplo de lo que obra en un alma pecadora, la intercesión de la Sma. Madre del Salvador, la cual se digne también interceder por nosotros pecadores para que abandonemos nuestra vida de maldad y empecemos ya desde ahora una vida de penitencia y santidad.

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"Así pues, todo el que oiga estas Palabras Mías y las ponga en práctica, SERÁ COMO EL HOMBRE PRUDENTE QUE EDIFICO SU CASA SOBRE ROCA: CAYO LA LLUVIA, VINIERON LOS TORRENTES, SOPLARON LOS VIENTOS, Y ENVISTIERON CONTRA AQUELLA CASA; PERO ELLA NO CAYO, PORQUE ESTABA CIMENTADA SOBRE ROCA." Mateo 7:24-25 Por casi 2000 años las lluvias y los vientos de enemigos y herejías han ciertamente azotado contra la Iglesia que Cristo fundó. Sin embargo, Su Iglesia está firmemente anclada en Roca y ha soportado la peor de estas Tormentas.
"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARE YO MI IGLESIA..." Mateo 16:18

En Mateo 16:18, está correcto decir que Jesús habría dicho "Tú eres 'Kepha', y sobre esta 'Kepha' construiré Mi Iglesia." En Griego, se traduciría como: "Tú eres 'Petros' y sobre esta 'Petra' construiré Mi Iglesia." Fue la traducción de la palabra Aramea "Kepha" (Cefas) al idioma Griego lo que causó la confusión entre algunos que miran a Pedro como que no fue llamado "roca", sino una "piedrecilla", intentando con esto negar su Primacía. Mateo 16:13, 18, Juan 1:42, 1Corintios 1:12, 3:22, 9:5, 15:5, Gálatas 2:8-9.

Ignacio de Antioquía,Padre Apostólico discípulo del apóstol Juán y Pablo (Saulo de Tarso) recibio la consagracion Episcopal en la Sede de Antioquia de los Santos Apostoles Pedro y Pablo. Da en el año 110 d. de C el testimonio más antiguo de este nombre: "Por doquier aparezca el obispo, ahí esté el pueblo; lo mismo que donde quiera que Jesucristo está también está la Iglesia Católica"(Carta a los Esmirniotas 8:2).
En los tres primeros siglos de la Iglesia los cristianos decían "cristiano es mi nombre, católico mi sobrenombre".