'Escritores conversos', de Joseph Pearce
El mismo Pearce se convirtió leyendo a Chesteron en la cárcel; luego pudo ver la conexión con Lewis, Greene, Tolkien, Benson...
Para el autor, esta obra se justifica por la fuerza de las ideologías enfrentadas en el siglo XIX y en gran parte del siglo XX. Se plantea la influencia que ejercieron las ideologías en diferentes escritores y literatos, desde la revisión constante de sus contenidos y desde el espíritu libre y crítico que demostraron.
Pearce analiza la trayectoria de diferentes escritores conversos y desde la profundidad de sus escritos, describe su reacción ante la incredulidad y el laicismo manifiestos del mundo que les ha tocado vivir.
No se trata sólo de escritores sino de las influencias recibidas y del círculo de amistades y conocidos que poco a poco fueron cambiando su manera de ser y de pensar y compartieron sus inquietudes y creencias.
Autores como C.S.Lewis, J.R.R.Tolkien,Evelyn Vaugh, Chesterton, T.S.Eliot, Hilaire Belloc, Graham Greene, Christopher Dawson, Malcolm Muggeridge, Ronald Knox, Robert Benson, Dorothy Sayers, Edith Sitwell, Maurice Baring, Siegfred Sassoon, Alex Guinnes, Ernest Milton, Oscar Wilde y tantos otros.
Es una obra que narra las experiencias y vivencias de múltiples personajes que encontraron en la verdad del cristianismo, el soporte y la claridad necesaria para avanzar en su madurez, a pesar de los dramas personales y del padecimiento de dos guerras mundiales que los marcaron profundamente.
No es una obra sobre un autor concreto, analiza la conversión de grandes literatos del siglo XIX y del XX, que tuvieron la necesidad imperiosa de exponer su decisión y explicar todo el proceso. Se cita constantemente a John Henry Newman, converso del anglicanismo y cardenal, porque muchos de los escritores son contemporáneos y le conocían o estuvieron influenciados por él.
El subtítulo parece sugerente y la lectura y el análisis del contenido lo confirman, “la inspiración espiritual en una época de incredulidad”.
El autor, Joseph Pearce puede añadirse, debe añadirse a estos escritores conversos porque también se trata de su propia experiencia reflejada en estos grandes escritores conversos y de los que se declara deudor y próximo. A través de las obras de Chesterton, Pearce llegó al catolicismo en 1989, pero antes había destacado como activista anticatólico, y un firme opositor a la visita de Juan Pablo II a Inglaterra.
En esta obra se define la trayectoria de unos personajes diversos, con unos objetivos comunes, la conversión al catolicismo, pero siguiendo caminos diferentes, algunos de ellos insólitos. No se trata aquí de realizar un esbozo de las peculiaridades de estos escritores, sino que se trata de responder a estos interrogantes: ¿qué les unía? ¿por qué citan a Newman? ¿por qué se leían unos a otros y se comunicaban con abundante correspondencia?
Les unía la búsqueda de la verdad en un mundo laicista y en una cultura impregnada de un anglicanismo limitado en sus propias concepciones morales, un cristianismo caduco, legalista hasta el extremo y asfixiado. Todos necesitaban airear sus vidas, abrirse al optimismo cristiano desde la ortodoxia católica, convencidos de que sólo en la Iglesia de Roma estaba la verdad.
Sus conversiones fueron escándalo y estupor, noticia de primera página en los principales periódicos ingleses. Su conversión fue seguida de la conversión de amigos y colaboradores, encendiendo todavía más el sentimiento anti-romano que ya habían padecido Newman y sus colaboradores a mediados del siglo XIX.
Se leían y comunicaban por una necesidad imperiosa de difundir su experiencia de verdad, su búsqueda del verdadero Absoluto, llegando a una estabilidad y a una paz interior que debían comunicar a los demás. Se habían acabado las dudas y las angustias, habían descubierto un mundo nuevo.
Resulta imposible nombrarlos a todos, son legión, y sus escritos quedan como testimonio permanente de sus inquietudes y de ese encuentro permanente con la Verdad deseada.
Pearce insiste en este punto,-siguiendo los escritos directos-, insiste en la necesidad ineludible de transmitir las ideas, de dar a conocer una experiencia vital. Combina la referencia biográfica con los textos directos, como testimonio de una experiencia definitiva. Remarca la coherencia y la libertad de conciencia de estos escritores, profundamente comprometidos con su propia vida y con un deseo irrefrenable de saber.
Resalta cómo junto a Newman, Chesterton era la referencia obligada que transmitía y contagiaba un entusiasmo desbordante por haber encontrado el Cielo aquí en la tierra.
De este análisis se desprende que muchos de estos escritos son en primer lugar reflexiones que se convierten en meditaciones, en segundo lugar son poemas de gran profundidad, y en tercer lugar son escritos de místicos contemporáneos inspirados en los Santos Padres, en Dante y su Divina Comedia, y en los Evangelios.
Una característica común, fue el rechazo y el silencio que padecieron los autores y sus obras en Inglaterra, un silencio sonoro que en el continente europeo fue aceptado y defendido con la publicación de las cartas y ensayos de todos ellos.
Otra característica dramática fueron las guerras, esa violencia convertida casi en una institución, como si fuera un objetivo en sí mismo.
Esas guerras crearon reflexión, unieron vidas, provocaron la pérdida de alguno de ellos, movieron a la conversión, ayudaron a madurar ideas y marcaron muchas vidas; fue una experiencia que golpeó vidas y pensamientos, impregnando los escritos y reflexiones de un carácter nuevo, para seguir adelante buscando el sentido a la existencia.
La conclusión positiva son las inquietudes comunes, la búsqueda de la verdad, el afán de libertad y la urgente necesidad de compartir y comunicar esa decisión personal, irrenunciable para todos porque daba sentido a su vida y suponía alcanzar un reto definitivo, conseguido con esfuerzo, y con un fuerte sentido crítico. Es una obra recomendable para leer y meditar con calma, para dejarse llevar por ese ansia de elevar la propia existencia hacia la trascendencia.
Escritores conversos.
La inspiración espiritual en una época de incredulidad.
Pearce, Joseph
Palabra
Madrid, 2006
592 páginas
viernes, 26 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Seguidores
"Así pues, todo el que oiga estas Palabras Mías y las ponga en práctica, SERÁ COMO EL HOMBRE PRUDENTE QUE EDIFICO SU CASA SOBRE ROCA: CAYO LA LLUVIA, VINIERON LOS TORRENTES, SOPLARON LOS VIENTOS, Y ENVISTIERON CONTRA AQUELLA CASA; PERO ELLA NO CAYO, PORQUE ESTABA CIMENTADA SOBRE ROCA." Mateo 7:24-25 Por casi 2000 años las lluvias y los vientos de enemigos y herejías han ciertamente azotado contra la Iglesia que Cristo fundó. Sin embargo, Su Iglesia está firmemente anclada en Roca y ha soportado la peor de estas Tormentas.
"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARE YO MI IGLESIA..." Mateo 16:18
En Mateo 16:18, está correcto decir que Jesús habría dicho "Tú eres 'Kepha', y sobre esta 'Kepha' construiré Mi Iglesia." En Griego, se traduciría como: "Tú eres 'Petros' y sobre esta 'Petra' construiré Mi Iglesia." Fue la traducción de la palabra Aramea "Kepha" (Cefas) al idioma Griego lo que causó la confusión entre algunos que miran a Pedro como que no fue llamado "roca", sino una "piedrecilla", intentando con esto negar su Primacía. Mateo 16:13, 18, Juan 1:42, 1Corintios 1:12, 3:22, 9:5, 15:5, Gálatas 2:8-9.
Ignacio de Antioquía,Padre Apostólico discípulo del apóstol Juán y Pablo (Saulo de Tarso) recibio la consagracion Episcopal en la Sede de Antioquia de los Santos Apostoles Pedro y Pablo. Da en el año 110 d. de C el testimonio más antiguo de este nombre: "Por doquier aparezca el obispo, ahí esté el pueblo; lo mismo que donde quiera que Jesucristo está también está la Iglesia Católica"(Carta a los Esmirniotas 8:2).
En los tres primeros siglos de la Iglesia los cristianos decían "cristiano es mi nombre, católico mi sobrenombre".
"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARE YO MI IGLESIA..." Mateo 16:18
En Mateo 16:18, está correcto decir que Jesús habría dicho "Tú eres 'Kepha', y sobre esta 'Kepha' construiré Mi Iglesia." En Griego, se traduciría como: "Tú eres 'Petros' y sobre esta 'Petra' construiré Mi Iglesia." Fue la traducción de la palabra Aramea "Kepha" (Cefas) al idioma Griego lo que causó la confusión entre algunos que miran a Pedro como que no fue llamado "roca", sino una "piedrecilla", intentando con esto negar su Primacía. Mateo 16:13, 18, Juan 1:42, 1Corintios 1:12, 3:22, 9:5, 15:5, Gálatas 2:8-9.
Ignacio de Antioquía,Padre Apostólico discípulo del apóstol Juán y Pablo (Saulo de Tarso) recibio la consagracion Episcopal en la Sede de Antioquia de los Santos Apostoles Pedro y Pablo. Da en el año 110 d. de C el testimonio más antiguo de este nombre: "Por doquier aparezca el obispo, ahí esté el pueblo; lo mismo que donde quiera que Jesucristo está también está la Iglesia Católica"(Carta a los Esmirniotas 8:2).
En los tres primeros siglos de la Iglesia los cristianos decían "cristiano es mi nombre, católico mi sobrenombre".
No hay comentarios:
Publicar un comentario