Santa Margarita María Alacoque
El Señor preparó a Margarita María, por medio de una infancia sin alegría y de una juventud llena de pruebas, para que se convirtiera en la mensajera de su amor redentor, en un tiempo en que reinaba el jansenismo. Bien conocida en su intimidad espiritual por su autobiografía y sus cartas, no parece haber sido una persona humanamente destacada o notable. Borgoñona, hija de un notario, después de educarse en las clarisas de Autun, se hace religiosa salesa en el convento de Paray-le-Monial en 1671. Contaba la muchacha veinticuatro años al entrar en la Visitación de Paray-Ie-Monial, en la Borgoña. Los comienzos le resultaron dificultosos. De novicia no podía aprender a hacer oración, aun cuando acudía con frecuencia ante el Santísimo Sacramento - notó su superiora - para ponerse en su presencia «como se extiende un lienzo ante el pintor». Y he aquí que, el 27 de diciembre de 1673, daba comienzo el descubrimiento espiritual que formará el núcleo de su vida. Luego, el 16 de junio de 1675, Jesús le mostraría a Margarita María su Corazón, «este Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no recibe a cambio sino ingratitud». A la vez le encargaba que procurase la institución de una fiesta en honor de su Sagrado Corazón. ¡Ya cabe suponer la acogida que le dispensarían sus superiores! Pero el Señor vigilaba. Puso en el camino de la joven religiosa a un jesuita preocupado, a su vez, por dar a conocer «el misterio incomparable del amor de Cristo», el P. Claudio de la Colombiere. Este le ofreció todo su apoyo. En 1686 se celebró Por primera vez la fiesta del Sagrado Corazón en la Visitación de Paray. La tarea de Margarita María había concluido. Moría cuatro años más tarde entregada por entero al misterio cuyo apóstol había sido (1690).Una de las santas más populares de los tiempos modernos, sobre todo desde que en 1856 se instituyó la fiesta del Sagrado Corazón y se extendió tanto esta devoción, objeto de las revelaciones que son el centro de su vida. Desde 1920 está en los altares, canonizada como un refrendo al mensaje que supo transmitir, pero también por la paciencia y el espíritu de humildad con que se enfrentó a tantas incomprensiones.
Oremos
Infunde, Señor, en nosotros el espíritu de santidad con que enriqueciste tan singularmente a Santa Margarita María, para que también nosotros, lleguemos a conocer por experiencia el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, y seamos colmados de la total plenitud de Dios. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Santa Eduviges
Nació en Andechs, Baviera, hacia el 1174. A los doce años fue dada en matrimonio a Enrique I el Barbudo, duque de Silesia y Polonia, en quien los polacos reconocen a uno de los príncipes más brillantes. El hogar de Enrique y Eduviges, a quienes el Señor concedió cuatro hijos y tres hijas, era sólidamente cristiano. La piedad, el amor y la penitencia reinaban en él, junto con ese sentido de lo absoluto que solía existir en la Edad Media: ayunos prolongados, resistencia al frío, ascesis acuciante aceptada de común acuerdo por ambos esposos en sus relaciones conyugales... Eduvigis era, ante el duque, el abogado de los pobres, de los presos y de todos los humildes. A instancias suyas fundó él, en especial, el hospital de Wroclaw. Eduvigis soportó con entereza la viudez (1238) y la muerte de seis de sus hijos. Retirada a la casa de su hija, la abadesa de Trzehnicz, junto a Wroclaw, se sintió especialmente quebrantada por la muerte de su primogénito, el duque Enrique II, caído en el combate contra los tártaros (1241), muriendo ella poco más tarde (1243). Una de sus sobrinas, Isabel de Hungría, muerta a los veinticuatro años (1231), había sido su émula en santidad.
Oremos
Te pedimos, Dios todopoderoso, la gracia de imitar la humildad evangélica de Santa Eduviges y que su intercesión poderosa nos ayude a seguir aquello mismo que en ella admiramos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario