San Estanislao de Kostka 1550-1568
Aquel adolescente polaco de noble familia era un muchacho que desconcertaba por su recogimiento y su piedad, y cuando pasó a estudiar con su hermano Pablo en el colegio vienés de los jesuitas todo el mundo esperaba que cambiase amoldándose a los usos discretamente libertinos de los mozos de su condición. No fue así, y los cuatro años de humanidades que cursó en Viena fueron también una dura escuela de malos tratos, desprecios y humillaciones. Su decisión estaba tomada, ser jesuita, pero en el colegio, temiendo las iras de su padre, no parecían dispuestos a aceptarle, y no tuvo otro camino que la fuga. Disfrazado de campesino, recorrió setecientos kilómetros a pie, perseguido por los suyos, y en Tréveris encontró a un jesuita capaz de comprenderle y a quien no parecía importar el escándalo si era por una causa justa, el holandés san Pedro Canisio, provincial de Alemania. El le recomendó al padre general de la Compañía, un ilustre español, Francisco de Borja, y también éste supo apreciar lo que valía aquel jovencito que ahora vivía en el noviciado de San Andrés del Quirinal. «El ángel de Polonia», como le llamaban. Devotísimo de la Virgen, «la Gran Señora» de los polacos, y espejo de todas las virtudes, cultivaba de un modo especial la de la obediencia, que sabía matizar muy bien, como se advierte por la definición que se le atribuye: «Más vale hacer cosas pequeñas por obediencia que cosas grandes siguiendo la propia voluntad» Una repentina y extraña enfermedad se lo llevó a los dieciocho años, pero su breve paso por Roma es todavía hoy inolvidable, como un perfume único traído de muy lejos contra el que el tiempo nada puede.
Oremos Tú, Señor, que concediste a San Estanislao el don de imitar con fidelidad à Cristo pobre y humilde, concédenos también à nosotros, por intercesión de éste Santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.
San Leandro
San Leandro nació en torno a los años 535-540 en Cartagena (Andalucía), de una familia de origen grecolatino, cuya vivencia de la religión cristiana queda refrendada por la vida de sus hijos, cuatro de los cuales - Isidoro, Fulgencio, Florentina y Leandro mereció el honor de los santos. Leandro se consagró pronto a Dios en la vida monástica atendiendo, por una especie de vocación personal, a la formación de los jóvenes. . Nombrado obispo de Sevilla, no descuidó esta tarea, creando una escuela en la que se formaría el futuro San Hermenegildo y su hermano Recaredo, factores de la conversión del pueblo visigodo español. Desterrado por el padre de ambos, el rey Leovigildo, marchó Leandro a Constantinopla, donde trabó sólida amistad con el que, andando el tiempo, sería el Papa Gregorio Magno. Al comenzar el reinado de Recaredo, pudo retornar Leandro a su sede arzobispal, presidiendo poco más tarde el histórico Concilio III de Toledo (589) y asistiendo a la abjuración de la herejía arriana del propio monarca. A esta regia conversión siguió la masiva del pueblo, así como la orientación cristiana de las leyes, obras que pertenecen en gran parte a la siembra efectuada por este gran pastor. Consagró este el resto de sus días a consolidar el edificio que tan buenos cimientos habían recibido, con la presencia de su propia vida y con la luz de sus escritos que tendían por encima de todo al robustecimiento; de la fe ante cualquier error. Aquejado por la gota, murió hacia el año 600, probablemente el mismo año en qué, lo hiciera el propio rey Recaredo.
Oremos Señor, luz de los fieles y pastor delas almas, tú que elegiste a San Leandro para que, en la Iglesia, apacentara tus ovejas con su palabra y las iluminara con su ejemplo, te pedimos que, por su intercesión, nos conceda perseverar en la fe que él nos enseñó con su palabra y seguir el camino que nos mostró con su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Beata María Pía Mastena
Fundadora de la Congregación de las Religiosas del Santo Rostro. Publicamos la biografía que ha distribuido la Santa Sede de María Pía Mastena (1881-1951), fundadora de la Congregación de las Religiosas del Santo Rostro, quien será beatificada este domingo en la Basílica de San Pedro del Vaticano junto a Charles de Foucauld (1858-1916) y María Crocifissa Curcio (1877-1957). María Pía Mastena nació el 7 de diciembre de 1881 en Bovolone, provincia de Verona. Los testigos hablan de los padres de la futura beata como óptimos cristianos y muy fervorosos en la práctica religiosa y en el ejercicio de la caridad. De los cuatro hermanos, el último, Tarcisio, profesó en la Orden de los Capuchinos y él murió también en olor de santidad. La futura beata recibió con gran fervor el 19 de marzo de 1891 la primera comunión, en cuya ocasión emitió privadamente el voto de castidad. El 29 de agosto recibió el sacramento de la Confirmación. Durante su adolescencia frecuentó asiduamente las funciones religiosas y se comprometió en las actividades de la parroquia, especialmente como catequista. Sintió pronto la llamada a la vida religiosa, continuando su ideal en el que sobresale su gran devoción a la Eucaristía y al Santo Rostro. A la edad de 14 años, pidió entrar en el convento, pero solo en 1901 fue aceptada como postulante en el Instituto de las Hermanas de la Misericordia de Verona. Con el permiso de los Superiores, el 11 de abril de 1903, el mismo día que —sin saberlo— volaba al cielo la mística de Lucca, S. Gema Galgani, pronunció el « voto privado de víctima ». El 29 de septiembre de 1902 vistió el hábito religioso y el 24 de octubre de 1904 emitió los votos religiosos, imponiéndosele el nombre de Sor Passitea del Niño Jesús. La beata vivió con generosa intensidad espiritual esta primera etapa de su vida religiosa y la recordará siempre como un tiempo de gracia y de bendición, hablando siempre con estima y agradecimiento de los superiores y de las religiosas del instituto Hermanas de la Misericordia. El fervor encontrado en este instituto la moverá a pronunciar más adelante el voto de buscar en todo lo más perfecto. Se dedicó a la enseñanza en diversos lugares de la región véneta, residiendo 19 años en Miañe, dedicándose además a un intenso apostolado entre los alumnos de todas las edades, enfermos e inválidos. Buscando seguir sus anhelos contemplativos, el 15 de abril de 1927, con la autorización de sus superiores y el «nihil obstat» de la Santa Sede, entró en el monasterio cisterciense de Veglie. El 15 de noviembre de 1927, animada por el obispo de Vittorio Veneto, abandonó el Monasterio, volvió a la enseñanza y emprendió la fundación de una nueva Congregación llamada Religiosas del Santo Rostro. Erigida canónicamente el 8de diciembre de 1936, después de muchos sufrimientos, fue reconocida como Congregación de Derecho Pontificio el 10 de diciembre de 1947. En el futuro toda su actividad la dedicó a consolidar y extender la Congregación, promoviendo nuevas iniciativas en favor de los pobres, de los que sufren y de los enfermos, confiando al Instituto el carisma de «propagar, reparar, restablecer la imagen del dulce Jesús en las almas». Murió en Roma el 28 de junio de 1951.
Beato Charles de Foucald
Charles de Foucald, nació en Estrasburgo el 15 de septiembre de 1858, en el seno de una familia noble. Realizó los estudios primarios y medios en Estrasburgo y Nancy. Su familia le ofreció un ambiente religioso, pero en los centros de estudio encontró un ambiente neutro, que unido a su temperamento inquieto y fogoso y a la falta de adecuada dirección educativa, determinó que viviera una juventud extremadamente disoluta. Pierde la fe a los dieciséis años y permanece en estado de indiferencia durante más de doce años. Al llegar la mayoría de edad, entra en posesión de una rica herencia, que dilapidó con su vida licenciosa. En 1878 ingresa en el ejército y como subteniente marcha a África, en la época en que Francia colonizaba Argelia. Se licencia más adelante para dedicarse a explorar Marruecos, a donde realizó un viaje de tres mil kilómetros, disfrazado de rabino judío, fruto del cual fue un importante estudio geográfico de Marruecos, que le valió la medalla de oro de la Sociedad de Geografía. Opina que la voluntad de Dios es su ingreso en la vida religiosa, y elige la trapa (cistercienses), orden religiosa de vida austera, por lo que ingresa en 1890 en la trapa de Ntra Señora de las Nieves en Francia. Allí conoce la existencia de otra casa de la orden en Siria, en Akbés, donde era mayor la pobreza, y pide su traslado a ella, pasando allí seis años. No está satisfecho del todo. A pesar de la vida austera de los monjes, tienen a su servicio labradores pobres de la región, que viven en situación precaria. Sus superiores le envían a Roma donde estudia teología (octubre 1896) y, ya a punto de hacer la profesión perpetua, decide dejar la orden. Insatisfecho, busca una más auténtica vida de Nazaret, imitando a Jesús, que pasó en Nazaret la mayor parte de su vida con una existencia de obrero, oscura, pero redentora. Abandona la orden y se instala en Nazaret como criado de las Clarisas, viviendo en una caseta del huerto y entregándose completamente a la contemplación y a la pobreza. Sueña en compañeros que compartan su vida y redacta la regla de los Hermanitos del Sagrado Corazón de Jesús. Sí, la larga estancia en Nazaret le empuja a buscar otro sitio más pobre, donde continuar el mismo género de vida y donde hacer presente a Jesús por medio de su vida oculta. Para ello en 1901 viaja a Francia para ordenarse sacerdote y decide establecerse en Marruecos, pero ante la imposibilidad de hacerlo, se instala en Argelia, en Beni-Abbés, cerca de la frontera de Marruecos. Allí vive su vocación de vida de Nazaret, oculta y pobre, al servicio de los hombres, especialmente de los más necesitados. Pasa largas horas en adoración de la Eucaristía, vive como hermano de todos, acogiendo a pobres y enfermos sin distinción de raza o religión. Desde allí realiza varias correrías por Argelia, siempre en busca de los más pobres. --Este aspecto de «Hermano Universal» es un aspecto importante de su espiritualidad: una llamada a encarnar el amor y el servicio entre los más humildes y abandonados a través de la amistad y el testimonio silencioso. Este amor, llevado a sus últimas consecuencias, exige compartir la condición social de los más pobres, el trabajo manual, el servicio incondicional. Atraído por el deseo de ponerse en contacto con las tribus Tuareg, se establece en 1905 en Tamanrasset, en pleno corazón del Sahara. Allí lleva una vida semejante a la de Beni Abbés. Para preparar el camino a futuros misioneros lleva a cabo una serie de estudios lingüísticos, de gran calidad científica. Allí finalmente encuentra la muerte un 1 diciembre 1916 en el contexto de la Primera Guerra Mundial. Apresado y maniatado por una banda rebelde, un muchacho lo vigila, mientras los demás se dedican al saqueo de su residencia. El vigilante, nervioso al creer que llegaban soldados, le da muerte de un disparo en la cabeza. El hermano Charles deseó crear una congregación que compartiera su carisma, para lo que escribió diversas reglas, pero no lo logró en vida, excepto una pequeña «Unión de Laicos» que contaba con unas decenas de adscritos en el momento de su muerte. Más adelante, a partir de 1933, comienzan a constituirse grupos que desean vivir las diversas facetas del carisma del hermano Charles, adoptando diversas formas: (congregación religiosa, instituto secular, asociaciones de laicos, asociación de sacerdotes, etc.) y subrayando cada uno tal o cual aspecto del carisma. Surgen así como congregaciones los Hermanos de Jesús, Hermanitas de Jesús, Hermanos del Evangelio, etc, como instituto secular la Fraternidad Jesus Caritas, como laicas consagradas la Fraternidad Charles de Foucauld, como asociación de fieles la Fraternidad Secular Charles de Foucald, como asociación de sacerdotes diocesanos la Fraternidad Sacerdotal Jesus Caritas, etc. «La forma en que el hermano Charles de Foucauld imitó a Jesús de Nazaret nos ha seducido», dicen quienes integran la amplia y variada familia espiritual de este pequeño gran hombre del desierto. Hoy son ya once congregaciones religiosas y ocho asociaciones de vida espiritual extendidas por todo el mundo. Para más información consultar la página www.carlosdefoucauld.org.
ORACION DEL ABANDONO "Padre mío, me pongo en tus manos; Padre mío, me confío a ti; Padre mío, me abandono a ti. Haz de mi lo que quieras. Sea lo que sea. Lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. No deseo más. Pongo mi alma en tus manos. Te la doy, Dios mío, con todo el amor del que soy capaz, porque te amo. Porque para mi amarte es darme, entregarme en tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tú eres mi Padre".
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